Los Andes

La situación actual de las elecciones regionales y municipales devela un panorama de emergencia de nuestra democracia, por cuanto coexisten partidos políticos disminuidos, movimientos u organizaciones regionales integrados o concebidos muchas de las veces como un club de amigos; donde la participación política verdadera sigue a la espera del respeto de nuestra población.

La participación política tiene que tener un respaldo colegiado de los electores, porque de esa manera se consolidan las ideas, los principios y la doctrina política; no se hace política para uno o un grupo sino para una comunidad. Esta debilidad la vemos en estas elecciones regionales y municipales, donde aparecen propuestas sustentadas sobre un interés más particular que colectivo.

Ante la ausencia de partidos políticos serios y consolidados sobre la base de principios y doctrinas, que fortalezcan nuestra democracia; surgen los movimientos regionales y también los locales; que con todas sus debilidades y observaciones que se les pueda hacer resultan una alternativa real de democracia representativa; sin embargo, la cura puede resultar más grave que la enfermedad, porque estamos atomizando la política y ya casi todo el mundo tiene su movimiento político, cual empresa privada y para un fin específico, lo más grave sobre una intención de coyuntura protagónica de poca responsabilidad con el electorado y con los verdaderos intereses de la comunidad ciudadana.

La política no es una actividad individual, por el contrario es una actividad colectiva que busca el bien común, en esencia eso es lo que diferencia a la política de la actividad privada y las organizaciones políticas o los partidos políticos deben propiciar esa participación y no limitarse solamente a la participación de su grupo fundador o de élite organizacional.

Definitivamente en muchos lugares del mundo el Estado financia la vida y la actividad de los partidos políticos, eso no está mal, pues de lo contrario nos exponemos al financiamiento del narcotráfico, la corrupción y muchas otras actividades que lindan con las leyes y el Estado de Derecho. Por ello las reglas que regulan la participación política deben estar más claras y sobre todo promover una cultura ciudadana de participación democrática a través de partidos políticos fuertes y sostenibles.

En el Congreso, se discutió esta posibilidad, pero no surtió efectos, porque de este poder del Estado no podemos esperar mucho, no entienden todavía que la democracia también requiere esfuerzos conjuntos para fortalecerse, la nuestra aún está en cimientos y hay que cuidarla, pues siguen rondando grupos de poder que defienden intereses particulares y financian el desprestigio de la actividad política, sobre todo de la política que se hace en las regiones.
Sin embargo, hay que recordarles que la política permite democráticamente que los países se gobiernen respetando la participación colegiada a través de la organización de la ciudadanía y no existe otra forma de gobernarnos en democracia.

Ahora el Estado ha dejado al libre criterio y a la buena voluntad tanto de los partidos políticos como de los movimientos regionales o locales la participación política de los ciudadanos, sin que en dicha participación muchas de las veces se observen principios y doctrinas políticas. Pero, el Jurado Nacional de Elecciones, la ONPE, y el RENIEC, estas tres entidades debieran colegiar y hacer más accesible la participación política de los ciudadanos, pero no por dar facilidades se puede hacer de cualquier manera, la mayor aspiración debe ser promover la creación o también el nacimiento de nuevos partidos políticos de carácter nacional.

Nuestra realidad exige nuevos partidos políticos fortalecidos no sólo por sus miembros sino por el propio Estado. Que realmente reflejen la máxima aspiración del Estado que es fortalecer la democracia.

Entonces la solución está en el ente rector del sistema electoral, el JNE, debería hacer la propuesta; porque ellos conocen mejor la realidad, dado que hoy el sistema electoral y la participación política también exige una base científica y objetiva. En el Congreso sólo se han dado iniciativas legislativas de coyuntura, dando respuesta tal vez a situaciones muy puntuales y poco transparentes.

La democracia no se construye de la noche a la mañana, sino en el mediano y largo plazo. Debe ser una política de Estado, promover un sistema electoral fortalecido en la posibilidad de rescatar a los partidos políticos, de promover nuevos y también de ir fortaleciendo aquellos que en el transcurso del tiempo se han mantenido. Se debe seguir fortaleciendo el sistema democrático para que las elecciones reflejen la madurez democrática de un país, y así mejorar la representación política.