El elixir de la juventud y longevidad tibetano


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Escribe: Los Andes | Opinión - 29 Mar 2015

El sueño de la humanidad, desde siempre, ha sido poseer la juventud eterna. La ilusión de vencer al tiempo, de prescindir de la muerte, no sólo nos ha causado pesarosos trances, sino que también ha sido fuente de múltiples creencias, ayudándonos algunas veces, incluso, a vivir. En el Tíbet, estos últimos días, se ha descubierto una alternativa para satisfacer este sueño.


Lo llaman el “elixir de la juventud y longevidad”. Sus propiedades para el hombre, aunque no le procuran la eternidad (que eso ya sería un verdadero milagro), son variadas y riquísimas. Además de ayudarnos a vivir y de estar saludables, este elixir nos brinda, acaso como un regalo compensatorio del invencible tiempo, aquello por lo que porfiamos muchos en el mundo: la juventud.

¿Juventud? ¿Eso es todo? Ortega y Gasset, hace años ya, desmentía a los resignados y utilitaristas que se apoyaban en la muerte para dejar de hacer cosas significativas en favor del mundo, si bien hacían esfuerzos hercúleos para no desperdiciar su tiempo en este “valle de lágrimas”.

El español decía que la prueba irrefutable de que el hombre ansíe vivir eternamente está, justamente, en su afán por abarcar un gran espacio en el menor tiempo posible. De ahí la creación y el aprovechamiento de los automóviles, trenes, aviones, etc.

No obstante, logrado esto, vencida la resistencia de las distancias (al menos parcialmente), el hombre sigue insatisfecho e inquieto. Aunque ahora se vive más que en tiempos remotos, la vida se nos va a pesar de todo, dejándonos marcas imborrables y esperanzas tristes e insignificantes.

Es por eso que, resignados, hemos decidido apegarnos a la vanidad. Si no es posible derrotar al tiempo, al menos que nos sea dado engañar a quienes son testigos de su paso: nuestros semejantes. Sí, engañémoslos a ellos.

De esta forma, a través de los siglos, se comenzó a dar preeminencia a la salud y, de paso, a la apariencia. Un rostro joven (y un cuerpo fuerte) en un ser atiborrado de años, ¿acaso no da la impresión de tener “toda una vida por delante”?

Muchas personas, consciente o inconscientemente, han apelado por esta alternativa. Mediante cirugías, dietas, ejercicios y quién sabe qué cosas más, buscan disimular los días, los meses y los años. Algunos incluso las décadas. Pero, ¿es posible lograrlo? ¿Se puede de verdad estar joven en la mente, el cuerpo y el alma?

Los tibetanos, al parecer, sí. Ellos, a través de varias centurias, han descubierto los componentes que producen lo que hoy muchos denominan el “elixir de la juventud y longevidad”. Y, aunque usted no lo crea, sus ingredientes son más comunes de lo que cualquiera podría esperar.

Estos son: el limón, el aceite de oliva y la miel. Con estos tres ingredientes “tendremos la posibilidad de elaborar un remedio que será capaz de aportar a nuestro organismo unas propiedades que no se encuentran en ningún otro alimento”, dice la nota de “Vidalúcida”, que recoge la información.

El “elixir de la juventud y longevidad” de los tibetanos, cabe mencionar, previene que las células y los órganos de nuestro cuerpo envejezcan de forma prematura, por lo que nuestra apariencia externa será, para los demás, totalmente saludable y proclive a una longevidad plena.

El limón, que es uno de los ingredientes, es básico en el elixir. Sus propiedades son increíblemente curativas, con gran capacidad para eliminar toxinas y limpiar nuestro organismo de sustancias que no necesitamos. El limón es imprescindible por sus propiedades antioxidantes, capaces de prevenir que tanto la piel como todas las células que componen nuestro organismo envejezcan de forma prematura.

En tanto, el aceite de oliva (que es una de las fuentes de grasas saludables más importantes, ya que aporta a nuestro organismo muchos componentes que participan activamente en la disminución del colesterol malo) tampoco se puede dejar de lado en el elixir. Este ingrediente aporta ácidos grasos que son importantísimos para reducir la hipertensión y mejorar la densidad de la sangre que fluye por nuestro cuerpo, evitando coágulos y otros problemas que podrían derivar en enfermedades muy graves.

Lo mismo que la miel, que posee sodio, potasio, magnesio, calcio, cobre, cinc o fósforo, minerales que actúan como un antibiótico natural capaz de combatir enfermedades como la anemia, los vértigos o la hidropesía. La miel tiene propiedades antiinflamatorias y antisépticas, capaces de calmar la irritación y los dolores musculares derivados de ella.

¿Cómo preparamos el “elixir de la juventud y longevidad”? Es muy simple: Hay que mezclar 100 mililitros de zumo de limón recién exprimido, 50 mililitros de aceite de oliva y 200 gramos de miel en un recipiente de vidrio. Cuando logremos que la mezcla de los tres ingredientes sea uniforme, hay que taparlo e introducirlo en el frigorífico.

Pero eso no es todo. Hay más. Resta, quizás, lo más importante de todo: la forma en que se debe consumir. Para que tenga efecto, hay que tomar una cucharada en ayunas todas las mañanas durante un mes, hasta un máximo de dos meses cada año. Este es el verdadero elixir de la juventud.

Finalmente, es necesario agregar que el “elixir de la juventud” tibetano está cargado de una tradición medicinal, y que entre sus beneficios se destaca que fortalece el sistema inmunológico, regula el sistema digestivo y limpia los vasos sanguíneos, a su vez que mejora las funciones hepáticas, mejorando la tez y reduciendo las arrugas.


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