Políticos partidos


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Escribe: Abel Villalba | Opinión - 08 Jan 2016

Una gran reacción han generado en las redes sociales las “alianzas políticas” a pocos meses de las elecciones generales de abril 2016, este juego casi macabro se manifiesta en la plancha presidencial como congresal, donde los “izquierdistas” saltan de una tienda a otra con tal de asegurar su reelección o buscar una curul en el parlamento; es así que el oportunismo y la promiscuidad son por ahora recetas de la política peruana.

Susana Villarán junto al mandamás castrense Urresti genera pavor, Townsend junto a Acuña da a vergüenza y asco, o lo peor de todo, un Vladimiro Huaróc refugiado en las faldas de la hija del corrupto y violador de derechos humanos como Fujimori, se resume en lo que Rosa María Palacios explica en su columna como la enfermedad de la política peruana.

Estos acomodos o recomposiciones negociados bajo la promesa de captar votos y asegurar un puesto en el gobierno son pan de cada día, y nuestra región no es ajena a esta catastrófica y escalofriante realidad. Portugal Catacora, ayer en Perú Posible, hoy en Alianza para el Progreso es solo muestra de un botón de que lo programático, la ideología y la moral no sirven para nada y la criollada y viveza son recetas infalibles para seguir en el poder.

Si nos pidieran una muestra de un personaje que no abandona el coche en tiempos malos y tiene convicción con sus ideales sería hablar de Víctor Urviola Garrido que, a sus 106 años sigue en el partido del APRA, claro que a estas alturas no suena ni truena.

Saltar de un partido a otro puede ser visto como una virtud de zorro, pendejo, vivo; es solo muestra de desesperación de quedarse desempleados, de perder la inmunidad para no ser investigados, entonces podemos concluir que el transfuguismo ya es una regla aún no escrita de la política peruana, puneña y hasta latinoamericana; es una estrategia de sobrevivencia política como diría Steven Levistsky.

Nuestros políticos son promiscuos, sacavuelteros, amantes de lo ajeno porque así también es la sociedad, nos gusta cambiar de ropa cada año nuevo y hasta cambiamos el apellido sólo por tener algo de suerte.

En este año 2016, que nos acompañe la experticia para elegir al próximo presidente del país y los congresistas; aunque habrá que conformarnos con dar nuestro voto al mal menor, así será y así está diseñada la democracia peruana, débil y frágil como los partidos políticos.


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