Los Andes

A menos de cincuenta días del proceso electoral general, donde elegiremos a los congresistas y al presidente de la República que nos gobernará los próximos cinco años, los candidatos congresales están en plena faena de contratar habitaciones para disponerlas como locales donde se centralizará el proceso de campaña. En los últimos días, el doctor Mariano Portugal Catacora, con inusitada población adherente, aperturó su local central de campaña en el barrio Laykakota; lo propio hizo el candidato Lucio �vila Rojas, Mauricio Rodríguez, entre otros, quienes aparecen en la lista de los otros o los “pulpines� de la política, entendiendo que si quieren llegar a tener expectativas, mínimamente los candidatos congresales tendrán que pasar la valla electoral, caso contrario los votos obtenidos en el ámbito regional no les servirán para acomodarse en un sillón congresal.

Por lo pronto, pareciera que las huestes humalistas están de capa caída, porque los candidatos al Congreso por la región Puno no están seguros de siquiera luchar por una curul, porque ellos mismos entienden que la “jefa� (apelativo con el que se conoce a la mujer del actual presidente, Ollanta Humala) hizo una pésima gestión al mando del partido ollantista y que a dedo designó las distintas comisiones regionales y provinciales y cuando las bases elevaron sus listas de precandidatos, subrepticiamente aparecieron otros nombres, además de que el presente gobierno se olvidó de sus promesas electorales y ahora entienden que el general Daniel Urresti no tiene apoyo del nacionalismo y solo está bregando por pasar la valla electoral.

El otro movimiento político con sordidez social es el izquierdismo que espectoró al notario Alberto Quintanilla. Los candidatos de esta agrupación no dan la talla para las lides políticas y desentonan el discurso de Verónica Mendoza; por ende, si las disputas para llegar al congreso continúan tan sosos y si Julio Guzmán continúa en alza, sus anodinos candidatos congresales serán los principales ganadores; por su parte, aún los gobiernos locales no han preparado los dispositivos legales pertinentes para asegurar una campaña publicitaria sin que transgredan el panorama bellísimo que presenta el Titicaca o el colocado de paneles publicitarios en donde mejor les dé la gana a los candidatos, lo que atenta contra los intereses de la vecindad y trivializa el proceso electoral.