Los Andes

Líbranos de los fanáticos religiosos, de sus obsesiones, de sus ideas fijas, de sus argucias, de su desatino. Son los vendedores ambulantes en las puertas del Apocalipsis, que ha sido ya bastante desprestigiado.

Relévanos de las épocas más oscuras de la humanidad. Dales tino, serenidad, o simplemente aléjalos de nosotros, llévalos donde el viento se disipa luego de haber arañado la tierra y arrancado las hojas de los árboles. Y déjalos por allí.

Arráncales ese deseo de querer gobernar nuestras mentes, con la idea que ellos conocen a Dios y la vida, y nosotros no, la idea del Dios abstracto, lejano de las cosas sencillas, del acto natural, de la naturaleza y del hoy, que ha nacido bendito y es bendito porque son de la vida, y la vida es inmensa y generosa y todos somos parte de ella, constelación de constelaciones.
Déjales entender que no les perteneces, que no eres una estrella exclusiva de ningún canal, que estás en cada sorbo de agua, en la piel de la luz y en cada partícula de la montaña, y muy al fondo de nosotros.

Devuelve a sus casas a los niños y niñas que han salido a lejanos países a predicar la palabra de Dios, aun cuando no han entendido ni la palabra de sus padres; que van por los barrios donde vive la gente acomodada y que no tienen la menor idea de los extramuros donde mueren en vida los pobres entre los pobres.

Líbranos de los sodalicios, de los curas pedófilos, de los obispos que usan el pulpito para execrar a todo el que no piensa igual que ellos; líbranos de esa iglesia que excomulgó a Túpac Amaru, y que en los años cincuenta ex comulgaba a quienes bailaban mambo y a las mujeres que usaran pantalón. Líbranos de los vendedores de armas y de toda la canalla. Líbranos del Dios de Jacob.

Líbranos de las transnacionales de la religión, cuyo fin es el lucro y la expoliación de la persona ingenuas; que se apoderan de las mentes y de las cuentas de las personas trabajadoras, de buena fe, que han invadido el templo de la vida sin escrúpulo alguno.
Líbranos de las sectas que no declaran sus rentas, que colectan millones y se la llevan fácil, para ellos no existen impuestos, y nadie les dice nada. De la Yihad (“mátalos donde los encuentres� dicen de quienes consideran sus enemigos) De toda clase de curas y fanáticos, de los aventureros que fundan religiones de la noche a la mañana. De los ladrones que usan tu nombre para esclavizar al ser humano.

Tienes que hacerlo, Dios nuestro, yo sé que tú me escuchas, porque toda la alegría que tengo me viene de ti, como el agua cristalina que baja de los glaciares. Y porque el Estado ni la sociedad desorganizada jamás podrán hacerlo, mira de nuevo nos encontramos en la construcción de Babel.

Líbranos de los fanáticos políticos, de los que siempre tienen la razón, de los comisarios, de los que cultivan el odio, el sectarismo, la insidia, las medias verdades, las grandes mentiras. No quieren entender, dicen que han entendido, piedra dentro de la piedra. Líbranos de los que dicen que luchan por la humanidad y solo luchan por sus intereses.

Se acaba el tiempo de la humanidad. Dios, danos la libertad de pensamiento, rompe las cadenas, los cordones umbilicales, enséñales a los niños el alfabeto de la vida.