Los Andes

Diana Alvarez Calderón, por casualidad ministra de Cultura, dice que el sobrevuelo del comandante presidente sobre el gran yacimiento arqueológico de Machupicchu se debió a fines científicos (sic) y que no ha sido exactamente sobre la ciudadela.

Comprensible, porque la señora no creo que sepa dónde queda exactamente la ciudadela, aunque la haya visitado algunas veces. Además, no sabe que Machupicchu es un santuario de la naturaleza donde habitan especies protegidas, como el oso anteojero, que con el sobrevuelo del susodicho salió envuelto en pánico de su bosque nativo.

Lo peor de lo peor, es que la señora ministra, anuncia más vuelo de naves al servicio de la universidad de Sidney. La vibración que producen los helicópteros, esos viejos y cansados motores de la época de Viet Nam, llamados también platos de fierro por los militares, es mortal no solo para la estabilidad de la magna construcción de Pachacutec, sino para especies muy delicadas.

Gran parte de la recaudación por entradas a la ciudadela se gasta en burocracia y parte viene a Lima, para pagar a la productiva empleocracia. Parece que la filosofía de doña Diana, la cazadora afortunada, es acabar con la gallinita de los huevos de oro.

Accidentes ya pasaron en Machupccichu, como cuando una grúa de las Backus cayó sobre el Intiwatana, donde hacían un comercial. Causó un daño gravísimo y la cervecera pagó una reparación de dos mil dólares (sic). Ahora nadie puede aproximarse a menos de tres metros de la preciosa escultura sagrada, la protege una cinta amarilla, pero a la Backus le dejaron que pusiera !una grúa! encima.