A propósito de Pasto Grande


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Escribe: Hugo Zea Giraldo | Opinión - 28 Jul 2016

Con fecha 30 de mayo último, mi dilecto amigo Omar Aramayo, en una columna editorial de Los Andes, titulada “Martin Vizcarra y el Altiplano” (pp.11), describe de una manera brillante, elocuente y poética, el tema de los problemas derivados, no solo la delimitación territorial con Moquegua con esta parte del territorio altiplánico, sino y particularmente, lo que él llama: “desastre ecológico Pasto Grande”.

Con él ánimo de corroborar y ampliar lo manifestado por Omar, cabe recordar las circunstancias, actores y decisiones que conllevan a que tengamos que ser testigos presenciales de este desastre que implica todo el ecosistema cordillerano de dos vertientes donde está incluida, como parte, la laguna confinada de Pasto Grande.

Vamos por partes. ¿Conoce o ha recorrido usted los diferentes pisos ecológicos que se baja desde la altura de la laguna confinada Pasto Grande con dirección hacia las instalaciones de la minera de Cuajone? Ahora no sé, pero antes la empresa Minera posibilitaba cruzar por esta antigua carretera (ya mejorada, por supuesto), que va directo hacia la ciudad de Moquegua. Seguramente, antes que el mineral Cobre haya sido el imán depredador de los territorios en la parte baja que ahora ocupa, estos paisajes ahora desolados, desérticos y vacíos en sus orígenes, habrán sido bofedales (humedales) cual “colchón de agua, natural, trabajado hace miles de años por los antiguos peruanos…. En el se domesticaron los camélidos sudamericanos…”. ¿Qué pasó en estas vastas extensiones? La Minera necesita agua, por lo que sin lugar a dudas fue “chupando” poco a poco, hacia arriba, toda el agua superficial y freática de estos bofedales hasta llegar a las estribaciones de la laguna confinada Pasto Grande.

¿A simple deducción, no sería óbice voltear la mirada hacia la minera Cuajone? ¿Probable causante, desde hace algún buen tiempo, de los problemas limítrofes entre Puno y Moquegua? ¿Del financiamiento con testaferros “Viscarrinos” para la compra de terrenos en esta parte de los territorios históricamente legítimos del distrito de Ácora? ¿Compra territorial a desesperadas “inconciencias” alpaqueras comunales, quienes por falta de atención (cuándo no) de los gobiernos locales y regionales de turno, no les quedó más que ser engañados por unos soles y tuvieron que dejar de ser fornidos campesinos para pasar a ser mediocres migrantes y pronto pobres citadinos en las ciudades de Moquegua y Tacna?

El llamado Proyecto Especial Pasto Grande, creado en el ámbito del Departamento de Moquegua con Decreto Supremo N° 024-87-MIPRE de fecha 18 de Noviembre de 1987 (en pleno desastroso gobierno aprista), debía respetar los fines y objetivos (aún se mantienen), que rezan: “Abastecer con agua de buena calidad para uso poblacional e industrial de las ciudades de Moquegua e Ilo. Garantizar y mejorar el riego de 4,416 hectáreas de tierras de cultivo actual en los valles de Moquegua e Ilo. Ampliar la frontera agrícola en las Provincias de Mariscal Nieto e Ilo, en 2,688 hectáreas en una primera etapa y 3,167 hectáreas en una segunda etapa. Generar 49.5 megavatios de energía eléctrica interconectada al sistema sur a través de 3 Centrales Hidroeléctricas: Chilligua (3.5 Mw); Sajena (25.10 Mw) y Mollesaja (20.90 Mw).” ¿Y el agüita para la Mina?

Cuesta creer que nuestros recursos hídricos, salidos de las vertientes cordilleranas altiplánicas como parte de un gran ecosistema, muy generosamente estén orientados a la sobrevivencia humana, y no a alimentar la voracidad minera que contribuye transitoriamente al crecimiento económico con migajas que nos dejan, amparados por las leyes y Constitución peruana de los inevitables sistemas llamados “neo o viejo liberales” (es el mismo fin), aplicados disciplinadamente por gobiernos entreguistas como los de antes y el de ahora que, felizmente, ya se va.

Hay mucho más que decir. ¿O no?


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