Los Andes

Los seres humanos parece que vivimos una vorágine de necesidades, tenemos ansias inusitadas de adquirir cualquier objeto que nos haga “feliz�, aunque esa felicidad no sea lo que necesitamos, ese sentimiento de personal es producto del mercadeo y las necesidades que los medios de comunicación nos generan, la mercadotecnia es subliminal para que los bolsillos queden sin centavo y aún con ésta situación económica empezamos a pedir socorro (de manera superflua) a la entidades crediticias, porque algunos queremos dar un buen regalo a nuestros hijos, otros quieren renovar la indumentaria desgarrada por el paso del tiempo, existiendo también la mayoría que solamente propugna consumir un chocolate con su bizcocho. Existe navidad para todos los gustos y bolsillos, siendo la desigualdad y las diferentes formas de elitización parte inherente del sistema económico que vivimos.

Si usted, amigo lector se escandalizo de los congresistas (un sueldo completo, canasta navideña y pasajes aéreos gratis) que recibirán solamente por concepto de Fiestas navideñas y fin de año la suma promedio de 20 mil nuevos soles (aparte del sueldo), hoy en las calles puede percibir la verdadera pobreza que vive nuestra población, niños corriendo con una taza desportillada para que algún benefactor le “regale� una taza de chocolate con un bizcocho y un juguete (carrito o muñeca), los niños pintan la penuria cotidiana de sus rostros con una sonrisa, esa sonrisa inocente propio de un menor de edad, éstos infantes no piden más a sus padres, porque saben que no pueden tener un celular última generación, una Tablet o un Nintendo, éstos niños anónimos de la población urbano marginal piden al divino hacedor que alguna vez mamá cocine una buena cena navideña o almuerzo, papá consiga trabajo estable y gane bien, porque de lo contrario siempre serán parte de la última rueda del coche.

Existen personas caritativas que por navidad se desprenden de sus actos cotidianos y tratan de dar a los demás lo poco que les queda para compartir, en las diferentes urbanizaciones, preparan chocolatadas, otros arman un escenario y actúan para luego regalar un carrito. Entonces en nuestras precarias situaciones económicas, los vecinos que pueden se desprenden de esa economía y optan por el amor al prójimo. Vivimos precariedades que son el resultado de un estado asfixiante y gobernado para una cúpula que detenta el dinero y junto a éste elemento el poder. Es momento de dar amor para recibir amor, es momento de reflexionar sobre las actitudes que hemos generado con nuestro comportamiento. Feliz Navidad y que el Mesías ilumine nuestro camino.