Los Andes

Aún nos duele el cuerpo y el alma. Los golpes empezaron a finales del año pasado cuando nos dábamos cuenta que la derrota del fujimorismo en su carrera por llegar al gobierno fue una quimera. En la práctica, el fujimorismo cuasi empezó a gobernar. Y no solo era gobernar, sino tumbar la frágil institucionalidad construida sobre arenas movedizas.

El escándalo de Odebrecht nos enrostró que era una gran mentira eso de que solo el Estado es corrupto y que a través de la privatización se alcanzaría el crecimiento económico. Porque no solo fue el Estado el que corrompió, fueron los privados quienes jugaron en pared. Todo un modelo económico que no le hizo ascos a gobiernos de izquierdas o de derechas, simplemente entraron y se metieron con todo a robarnos.

El malestar ciudadano detonó a principios de años en Puente Piedra. Porque ese robo en el peaje demostró que este modelo está podrido y fue construido para robar. Porque se levantaron el país en peso, y lo que es peor, nos continúan robando en los peajes, en los recibos de luz, en el agua, en los servicios básicos, en las colas para el pésimo servicio de salud que recibimos, en las personas que continúan muriendo día a día por obras de infraestructura mal hechas, por la mala atención en los colegios públicos con escaso material para educar a nuestras niñas y niños.

Y luego la crisis hídrica llegó para darnos el patadón de gracia, primero con sequía y luego con terribles huaicos y lluvias que están destruyendo el país. Como escribí a principios de años, acá quedó calato el modelo, no era “roba pero hace obra�, era hace obra para robar, y esas obras mal hechas que no nos sirven, han generado decenas de personas muertas, cientos de escuelas y puentes caídos, caminos destruidos y por sobre todo demasiado dolor.

Duele ver cómo está el país, la indolencia de muchos funcionarios regionales o locales, a esas personas que escogieron para ser alcaldes o gobernadores, algunos como el gobernador de La Libertad, una de las regiones más afectadas por los huaicos, incluso se tomó vacaciones en plena época de la crisis.

Pero la otra cara de la moneda, nos dice que aún podemos recuperarnos, que así como en el 90 con el brutal Fujishock que sufrimos cuando la ciudadanía se organizó y resistió, ahora también podemos y debemos hacerlo. Tenemos que ver las cosas positivas, ahora no tenemos un Sendero Luminoso asolando el país. Tenemos que ver los riesgos siempre latentes y rechazarlos: la posibilidad siempre latente del retorno de las dictaduras, como la fujimorista.

Y si ben aún no nos recuperamos del todo de la tragedia y del dolor, pero es tiempo también de mirar con atención lo que está pasando, observar y darnos cuenta de quienes buscan sacar réditos politiqueros en esta desgracia, de las donaciones de Keiko, de los repartos de agua de con apellido Becerril, de los puentes mal construidos de Castañeda, de los intentos hasta ahora truncos de sembrar el caos, del llamado a los saqueos y disturbios. Es esta una situación que debe llevarnos a darnos cuenta que la corrupción en tantas obras a la larga solo nos ha perjudicado más, que quien roba al Estado, no solo nos roba a todos los peruanos, también mata. Es imperativo que esto haga madurar nuestra democracia a la par de ordenar y planificar nuestro territorio. Si no lo hacemos ahora, no lo haremos nunca.

No hay fórmulas mágicas, es imperativo replantear nuevas formas de relacionarnos como sociedad y como Estado. Y debemos actuar rápido, las lluvias y el desastre continúan, ahora es la región Piura que siente los embates, no podemos permitir ni una muerte más y sobre todo trabajar todas y todos juntos de manera organizada, con creatividad en busca de un nuevo país. Que esa mujer salvándose y levantándose del barro, que ese héroe rescatando una niña con un unicornio blanco nos devuelvan la esperanza, la necesitamos. Es ahora o nunca.