Explotación sexual


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Escribe: Rolando Waldo Gomez Poma | Opinión - 09 May 2017


Las denuncias sobre explotación sexual parecen quedar en el simple dominio público, pero esta forma de explotación es muy recurrente en las principales zonas mineras de la región Puno y sobre todo en la ciudad de Juliaca, donde las cantinas y los lugares de dudosa reputación son exageradamente públicos y las autoridades competentes no realizan operativo alguno para solucionar este problema social que está ligado a la necesidad de conseguir un poco de dinero para subsistir o apoyar a la familia para llenar la olla.

Técnicamente, la explotación sexual está asociada a la trata de personas, siendo las principales víctimas las menores de edad que están en flor de su desarrollo psicológico, físico y emocional (12 a 17 años). “En las cantinas de dudosa reputación a los borrachos les encanta relacionarse con personas desconocidas y es ahí donde sale la oferta de una experiencia sexual con una menor de edad, con la oferta hecha, el parroquiano solo atina a sacar dinero de sus bolsillos y escoge la edad de su próxima aventura sexual, siempre son las preferidas las menores de edad y estas personas son secuestradas por los propietarios de las cantinas o lugares nocturnos”, menciona una fuente policial, al tiempo de darnos a conocer que solamente en la región Puno se rescataron 165 mujeres menores de edad, en tanto que sobre los posibles tratantes existe una lentitud asfixiante, porque los propietarios de esos antros de perdición continúan operando con total impunidad.

A ciencia cierta, en la mina “La Rinconada” no se tiene un registro real de los antros de perdición que ofertan el servicio de “damas de compañía” o servicios de mujeres para las relaciones sexuales, pero se conoce que los mineros tienen preferencia por tener relaciones sexuales con féminas menores de edad raptadas de Bolivia, Brasil y de la selva peruana. “Las menores de edad son captadas con el ofrecimiento del puesto bien remunerado y la única condición ofertada es que tengan una buena presencia, luego son recluidas en las más inhumanas condiciones para posteriormente hacerlas trabajar en los antros de perdición en calidad de prostitutas, previamente son amenazadas o sufren acoso psicológico que las inmuta para que puedan denunciar a sus captores, en los mismos procesos judiciales se ha experimentado que las niñas raptadas se ponen a defender a sus captores y eso es nocivo para la lucha contra la trata de personas”, señala nuestra fuente. Todos los ciudadanos estamos en la obligación de denunciar ante la mínima sospecha de que existe trata de personas, debemos tener especial atención en los antros de perdición, con esta forma de vigilancia social estaremos luchando contra la trata de personas.


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