Las pandillas juveniles y su accionar en las ciudades de nuestro país


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Escribe: Alberto Tito Chura* | Opinión - 24 May 2017


Uno de los problemas persistentes y a la vez preocupantes en el mundo moderno, es el de las pandillas juveniles. Los adolescentes corren el riesgo de unirse a ellas, hecho que se origina debido a una diversidad de factores tanto del entorno familiar como del ámbito externo. Perú, país subdesarrollado, no es ajeno a la presencia de las pandillas juveniles, sobre todo en las urbes que están en proceso de crecimiento demográfica, como Lima, Arequipa, Juliaca, Chimbote o Sullana.

Los jóvenes, lejos de practicar buenos modales, se ven influenciados de manera notable por los avances de la tecnología en el campo de la diversión. Hablar de las Bandas Juveniles hoy es referirse a un problema cotidiano. Sobre todo en la noche, grupos de jóvenes cargados de rencor generan inseguridad, incertidumbre, desorden, temor en la población. Apuestan por la agresividad y en estados estimulados deambulan y toman los lugares públicos, que muchas veces se convierten en escenarios enfrentamientos entre grupos rivales.

Ellos, utilizando armas blancas y punzocortantes, buscan mostrar superioridad y dominio frente a los demás. No es único este tipo de actos, sino que hay otros más graves que afectan directamente a la población como los robos, asaltos, cogoteos, violaciones sexuales, crímenes, entre otros.

Los jóvenes pandilleros se convierten en sujetos egocéntricos, se creen capaces de resolver los problemas que aquejan a la sociedad y a su familia, con su rebeldía y agresividad, imponiendo reglas que tienen dentro del grupo que todos tienen que cumplir y hacer cumplir, usando frecuentemente drogas y el alcohol que los transforma en seres adictos y sin temor a nadie.

Sin justificarlos, las causas de la formación de las pandillas juveniles son los problemas del entorno familiar y de la sociedad. En hogar tenemos la desintegración familiar, producto de la ausencia o no control de los padres, separaciones, crisis económicas, violencia física y psicológica. Por otro lado los problemas externos: la influencia de los medios de comunicación (TV, Radio, Periódicos, Cine, Internet, Revistas), la marginación social, la búsqueda de diversión y sensaciones agradables (vestirse a la moda, escuchar música estridente, utilizar su propio jerga, concurrir y bailar en las discotecas), la deserción escolar, la desocupación.

Estos problemas reflejan la situación actual de las ciudades que tienen un alto índice de crecimiento demográfico, constante migración de jóvenes de la zona rural y consecuente falta de empleo.

Pero lo más preocupante es que el fenómeno del pandillaje no respeta clases sociales, sexo o procedencia étnica, es como una fiebre que amenaza con envolver a todos los adolescentes que utilizan la pandilla como un arma para evadir sus necesidades y problemas. Por ello es menester realizar investigaciones de socio-culturales, para delimitar claramente el meollo del asunto y luego plantear alternativas que contrarresten el fenómeno del pandillaje en nuestro país.

La preocupación y la iniciativa está en las manos de los profesionales entendidos como sociólogos, antropólogos, educadores, las autoridades e instituciones a las que les compete asumir la responsabilidad, y en cada ciudadano capaz de hacer propuestas.


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