Derecho a ser indígena


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Escribe: Fabiola Yeckting Vilela | Opinión - 08 Jun 2017

A través del tiempo, los Estados han ejercido la violencia frente a sus poblaciones indígenas. Esta violencia se dio con la imposición de proyectos políticos -sin espacio para el diálogo o el consenso- en el devenir de la construcción del Estado-nación. Estos proyectos desarrollados sobre sus territorios y recursos respondieron muchas veces a la necesidad de integración en el proyecto nacional y a los intereses sobre los recursos de sus territorios.

La propia denominación de comunidad nativa difiere de la de pueblo indígena por cómo se concibe el territorio en el que habitan como asháninkas, awajún, wampis, shipibo konibo, ese eja, cocama, shawi, candoshi, etc, de las diferentes familias ettno lingüísitcas, pano, arawak, haramkbut, huitoto, jíbaro pano, tupi guaraní, matsiguengas, entre otros, según su ubicación. Un aspecto fundamental de las relaciones entre los grupos es su identidad, la manera en que mantienen sus formas de vida, conocimientos y cosmovisión como pueblos indígenas. Sin embargo, el Estado colonial y republicano se funda sobre procesos de maximización de la explotación de la mano de obra que han seguido líneas divisorias étnicas a través de la historia, como con los ciclos económicos, la explotación del caucho, la madera o el petróleo.

El último censo se realizó en octubre de 2007, el IX Censo de Población VI de Vivienda y II de Comunidades Indígenas, durante el segundo período del gobierno de Alan García, el mismo que sostuvo que los pueblos indígenas eran ciudadanos de segunda categoría. El resultado del último censo fue de 27 millones 412 mil 157 personas y 7 millones 566 mil 142 viviendas, y se reconocieron 51 grupos etnolingüísticos. En el 2017 es prioridad nacional la realización del Censo Nacional 2017, el XII de Población, VII de Vivienda y III de Comunidades Indígenas. Sin embargo, en el diseño de la base de datos pueblos indígenas y los procesos de Consulta Previa se aumentaron a 54 grupos etnolingüísticos, sin incluir a los afrodescendientes.

La pregunta que se incluirá será si por sus costumbres o antepasados ¿usted se siente o se considera? y las alternativas de respuesta son: quechua, aymara, nativo o indígena de la amazonía (espacio en blanco que dice especifique), perteneciente o parte de un pueblo indígena originario (espacio en blanco que dice especifique), negro/moreno/zambo/ mulato, pueblo afroperuano o afrodescendiente (espacio en blanco que dice especifique), y finalmente blanco/mestizo/otro, no sabe, no responde.

¿Cómo hacer compatibles alrededor de 16 familias etnolingüísticas y aproximadamente 68 pueblos indígenas con sólo una pregunta sobre identificación étnica y nueve alternativas de respuestas planteadas?¿Estarán los/as encuestadores preparados con una adecuada cartilla de reconocimiento de estos diversos orígenes o pertenencias?, ¿qué harán en el caso de no coincidir con identidades territorializadas, como en el caso de las identidades quechua y aymara o shipibo konibo asentados en Lima?¿Los resultados servirán para mejorar las políticas del Estado y del gobierno para los pueblos indígenas?¿Cómo se van a canalizar las demandas de gestión del territorio, derecho a buen vivir y formas alternativas de producción y de desarrollo? ¿Cómo atenderán la necesidad de políticas públicas para la problemática de sus comunidades? ¿Servirá la encuesta para promover desde la educación y los medios de comunicación el respeto de la diversidad cultural del país? Hasta ahora no conocemos la fecha exacta de la encuesta y hay muy poca información para que las personas se autoidentifiquen.

Los pueblos indígenas tienen derecho a su existencia, a pesar de las transformaciones, los vaivenes y el ímpetu de algunos de sus miembros por expandir los proyectos extractivistas que impactan sus territorios como la tala de los bosques o la minería informal. Hablamos en términos de etnicidades, que se tejen a partir de los vínculos, del compartir códigos, pautas, costumbres, rituales, religiosidad, cultura como la lengua. También de su relación con sus territorios como es el caso de la reciente declarada nación awajún wampis que propone una gestión diferente de su territorio y de sus bosques. La identidad está relacionada al territorio que es inminentemente político, porque se da en él la disputa por sus recursos. Se refleja en el tipo de organización hacia adentro y hacia afuera de sus comunidades, y por sus fronteras que deben servir para que los protejan frente a los asedios o amenazas a sus poblaciones. Es necesario adelantarse a las posibles respuestas a estas preguntas para que los resultados correspondan a múltiples realidades identitarias y visibilice todas y no sólo algunas de ellas.


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