Peter Cárdenas: derrotado por la realidad


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Escribe: Tino Santander Joo | Política - 04 Oct 2015


Escuchar a Peter Cárdenas, entrevistado por Álvarez Rodrich, fue volver al pasado. Recordaba los años 80, cuando se inició la guerra interna en el Perú. La juventud universitaria -de ese entonces- debatía ardorosamente cómo hacer la revolución. Cada grupo era más “radical” que el otro, y cada vanguardia se consideraba auténtica heredera de Mariátegui.

Mi padre, viejo militante aprista, me dijo el año 1972, al cumplir yo 9 años: “desde hoy se inicia su educación en el antimperialismo y la lucha por la justicia social. Usted tiene que leer y estudiar mucho para ser un gran revolucionario”. A los pocos años murió mi querido viejo, y seguí sus pasos: educarme en el antimperialismo y la lucha por la justicia social. No llegué a ser un revolucionario, pero lo intenté.

El surgimiento del MRTA y de Sendero Luminoso fue el inicio de un gran debate en la militancia juvenil izquierdista y aprista de esos años. Miles de jóvenes apristas planteaban integrarse al MRTA u organizar un nuevo movimiento guerrillero que recogiera la tradición insurgente aprista. Los jóvenes ochenteros sentíamos que en el Perú no tendríamos ninguna oportunidad de vivir con dignidad.

La violencia estructural agobiaba a millones de peruanos, la alucinante influencia ideológica de los marxismos, la represión policial de la protesta social, la incompetencia de los partidos políticos, la agudización de la crisis económica, empujó a los jóvenes al fanatismo ideológico.

Dentro de mí creía que solo a través de la lucha armada podíamos construir el “paraíso socialista”. Además, me había educado políticamente para hacer la revolución. No teníamos otro camino. Teníamos una visión arrogante de los hechos.

Ver a Peter Cárdenas decir que “no volvería a formar parte del grupo terrorista, ya que resultó un fracaso total”, fue verme en el espejo. Me di cuenta que muchos pudimos acabar muertos o presos 25 años, utilizados como carne de cañón en una guerra de ilusiones.

Indudablemente, el MRTA está equivocado. ¿Qué derrotó al MRTA que quería acabar con la exclusión económica y social de millones de peruanos? Primero: la realidad. Los peruanos no querían el socialismo colectivista; los peruanos son por naturaleza emprendedores.

Los migrantes provincianos se convirtieron en empresarios para subsistir y fueron el soporte del capitalismo chicha peruano. Fueron los que transformaron la Lima criolla y oligárquica en una ciudad diversa culturalmente.

“Los revolucionarios” de entonces no entendíamos que el pueblo usaba a los políticos para acceder a los servicios públicos (agua, desagüe, luz, títulos de propiedad). Por eso tenemos cientos de asentamientos humanos que llevan nombres.

Vuelven los gritos del fascismo ramplón que exige “mano dura”, “pena de muerte para los terroristas”, “chapa tu chorro y mátalo”, aflorando las emociones más crueles y primitivas de una sociedad cansada de la inseguridad ciudadana, de la demagogia política y de la indiferencia frívola de sus gobernantes.

Pero no hay necesidad de volver al pasado para ver que la democracia es todavía una farsa. 10 millones de peruanos sin agua; 123 mil millones de déficit en infraestructura (salud, educación, carreteras, internet, telefonía, etc.); 82% de los agricultores no tienen acceso al crédito por no estar titulados. Corrupción gubernamental en las tres instancias de gobierno; el Congreso es la expresión del fracaso de la clase política.

La pregunta que debemos hacernos frente a lo que ahora vivimos es: ¿se están dando las condiciones para que surja una insurrección armada o se imponga un gobierno dictatorial otra vez? Tenemos que derrotar ese círculo vicioso.


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