Balance del 2015: elementos para el análisis y la reflexión crítica


Votación: 697 votos

Escribe: Luis F. Vilcatoma Salas | Política - 03 Jan 2016


El año que ha concluido, 2015, ha sido un año muy difícil para la economía, la sociedad y la gobernanza en el Perú, por factores externos, como la crisis de la economía capitalista mundial y, consiguientemente, la caída de los precios de los commodities, que son los dólares obtenidos por la venta de nuestras materias primas y, entre otros, el crecimiento insuficiente de la demanda agregada por el débil crecimiento de los ingresos de la clase laboral. En este sentido, la competitividad del Perú en el escenario internacional disminuyó al mes de octubre del año anterior, al ocupar el puesto 54 de 61 países, en comparación al año 2014, donde ocupó el puesto 50, y del 2008, en que se ubicó en el puesto 35. No hay que olvidar que el ránking de la competitividad compara cinco pilares de la realidad económica, fundamentales para el crecimiento de los países: el pilar economía, empresas, gobierno, infraestructura y personas.

La desigualdad social en el país se ha incrementado por el incremento de la participación en el ingreso total de los sectores sociales más ricos en comparación con los demás sectores, abriéndose más la brecha entre los que se encuentran en el pico alto de la pirámide social y los de abajo. Es más, las políticas monetarias expansivas aplicadas por el ejecutivo para inyectar fuerza a las empresas, no se han traducido en una mayor inversión en actividades productivas, sino en actividades financieras que han incidido en la inflación de precios de los activos, agravando más la distribución de la riqueza. Si a ello le sumamos el bloqueo persistente de la clase política y los poderes económicos fácticos al incremento de los ingresos salariales, la situación social popular se ha puesto más difícil en el año que ha transcurrido.

Los paquetes de reactivación productiva que desesperadamente el gobierno ha venido implementando, no han tenido los efectos esperados porque han sido insuficientes, tibios, equivocados, y porque se han focalizado en los sectores tradicionales que son justamente el Talón de Aquiles del modelo neoliberal “chicha” impuesto por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, especialmente con el gobierno de Fujimori y continuado por todos los gobiernos siguientes, incluyendo al de Ollanta Humana, que capituló ante los intereses del gran capital en el Perú, y hoy está pagando las consecuencias. En esta línea de enfrentar la desaceleración de la economía en el país, la propuesta de diversificación productiva implementada por el gobierno actual es extemporánea respecto a la crisis económica que nos afecta, insuficiente, sin un importante respaldo político y sin posibilidades de reimpulsar los “motores del crecimiento” de la economía nacional: inversión extranjera (la inversión minera, al mes de noviembre del 2015, fue de 8,360 millones de dólares, mientras que en el 2013 fue de 9,719 millones de dólares), inversión pública disminuida y con enorme retraso, especialmente en Educación (62%), Agricultura (82%), Interior (55%) y Salud (86%); exportaciones en picada por la retracción especialmente del mercado chino y la caída de los precios internacionales; y un consumo agregado con cierto aliento. Los indicadores de los tres primeros “motores” están en caída, manteniéndose precariamente el último, como efecto de un crecimiento que viene de atrás pero que, todo indica, entrará también en la pendiente del tobogán en este nuevo año 2016.

En lo social, si bien es cierto que la pobreza cayó en el sur pero creció en la sierra norte, con la característica de que el 75% de la reducción de la misma se debió al empleo y el 25% a las transferencias especialmente de los programas sociales. En consecuencia, la desaceleración de la economía peruana, en el año que ha transcurrido, ha comenzado a prescindir de una masa importante de mano de obra que pasa a formar parte de las filas de la desocupación y el subempleo; si a ello le agregamos los 300,000 nuevos demandantes de trabajo que ingresan al mercado laboral cada año, ya podemos imaginarnos el escenario social que tendremos en los años siguientes, de no mediar reformas radicales en la política oficial nacional. La corrupción no ha disminuido y la violencia delincuencial se ha entronizado en la vida cotidiana de las personas, constituyéndose en los temas centrales de la preocupación ciudadana. La corrupción que agusana el tejido institucional nacional con graves consecuencias económicas y sociales, especialmente en las clases populares, históricamente comprende a todos los gobiernos de la derecha política que hemos tenido, especialmente desde el gobierno autoritario y megacorrupto de Fujimori hacia adelante. No se salva ninguno, incluso el de Ollanta Humala, en todos los sectores de la institucionalidad estadual. Y en cuanto a la violencia delincuencial el autismo y la incapacidad política de quienes tienen que tomar las decisiones centrales, ha sido y es indignante. Se ha dejado que este fenómeno pernicioso crezca hasta el punto en que tiene todos los visos de ser inmanejable, incluso con las fuerzas armadas en la calle y declaratorias de emergencia de por medio, porque se lo ha seguido considerando segmentariamente, sin tomar en cuenta todo un conjunto de factores que tienen que ver con la delincuencia.

En el campo de la política, durante el año ido, ha primado la fragmentación político partidaria, la ausencia de ejes preocupacionales estratégicos, la pérdida de confianza en las instituciones y la desvalorización de la política. Son casi veinte los partidos políticos en competencia. La absoluta mayoría de ellos de derecha y centro derecha y sólo uno de izquierda, el Frente Amplio de Verónica Mendoza, con un transfuguismo a toda máquina, especialmente en los partidos de derecha que buscan afiebradamente pasar la valla electoral en un contexto de normas creadas por ellos mismos. La pegatina de alianzas políticas que para tal fin se han confeccionado demuestran, además de una increíble inconsistencia ética, el derrumbe catastrófico de la política tradicional y convencional que llegó a su fin sin pena ni gloria, por el oportunismo virulento de los potenciales candidatos, la angurria por el poder como un medio para el enriquecimiento ilícito, la ausencia de programas estratégicos ideológicamente diferenciadores (todos los partidos de la derecha, incluyendo al APRA metamorfoseado en el más importante representante de la derecha política, tienen los mismos planteamientos), la testaruda persistencia en el modelo neoliberal en crisis y un estúpido coyunturalismo de torpes propuestas sueltas, “remiendos” al modelo económico y fantasías trasnochadas; salvo la izquierda, indudablemente, que corre electoralmente con la candidatura de Verónica Mendoza y la que está fuera de la contienda electoral y, no se puede dejar de destacar una saludable sorpresa, la de Alfredo Barrenechea, candidato de Acción Popular, quien con un discurso inteligente está tomando distancia de todos los partidos de la derecha e incluso de centro derecha, siendo el mismo de centro derecha, en cuanto al modelo neoliberal.

Los temas centrales que han movilizado la preocupación de los congresistas no han estado en los puntos cardinales que afectan a la sociedad civil, sino en los del escándalo, el morbo y los réditos políticos. Allí están, verbigracia, aquellos que han motivado comisiones investigadoras del congreso con grandes presupuestos, sin resultados positivos como es el caso de Martín Belaúnde Lossio, Rodolfo Orellana y las agendas de Nadine Heredia, entre otros que no han tenido o no están teniendo buen final.

La recentralización del Estado, en este año transcurrido, ha continuado imparable y una evidencia de ello es el Presupuesto del 2016 aprobado que, si bien potencia los programas sociales, recorta el presupuesto que han de manejar las gobernaciones regionales, en el marco de un proceso de retroceso de la regionalización del país como condición para el desarrollo de todas las regiones. La nueva ley Universitaria, cómo no, es también parte de este proceso de recentralización, porque despoja a las universidades y concentra atribuciones académicas, de investigación y de gestión importantes en la SUNEDU dependiente del Ministerio de educación.


ESPACIO PUBLICITARIOS

Video



Encuesta

¿Está usted de acuerdo con el proyecto de remodelación de la Plaza de Armas de Puno?



Archivo
Telf.: +51-51-350775, +51-51-327436 | Dir.: Jr. Cajamarca Nro. 274 - Puno, Jr. Salaverry 411 Of. 307 Plaza de Armas - Juliaca.
CORPORACION DECANO ALTIPLANICO S.A.C. Diario Los Andes
Diseño y Desarrollo Web: G!