Crisis política en el Perú: desgaste social y político en el país


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Escribe: Ubaldo Tejada Guerrero | Política - 24 Jan 2016


¿Podemos hablar de fracaso en el Perú, donde el desgaste político y social de los gobiernos neoliberales no han podido ser aprovechados por la izquierda para elegir gobiernos y construir alternativas al neoliberalismo?

Para dar respuesta a esta pregunta hagamos tres precisiones:

1. El “libre mercado” en el Perú es un simple “capitalismo salvaje” en su expresión más miserable. El “pragmatismo mercantilista” está incapacitado para constituir el horizonte de una sociedad del futuro, porque antepone el “tener al ser”, porque corrompe las mentes colectivas mediante el pensamiento desintegrador del “pensamiento global”, porque no tiene comunión con nada, ni con nadie, cosifica al prójimo como parte de un solo producto para el consumo del gran capital: el mercado.
2. La “política” en el Perú, en este proceso electoral 2016, se ha convertido en un producto de oferta y demanda, donde los candidatos del frente de derechas son los únicos favoritos de los empresarios, de sus grandes medios de comunicación y de sus encuestas. Los dueños del gran capital siguen digitando el proceso electoral, donde “clanes económicos familiares” de inmenso poder se posesionan de “clubes partidarios” para seguir usufructuando del poder del Estado.
3. Finalmente el “frente de derechas” en el Perú, no es más que la expresión del fujimorismo detrás del botín del Estado, donde la miseria moral ha convertido a la política en una expresión lejana de la democracia real y el ejercicio de una ciudadanía plena, no es sólo una crisis electoral, es una crisis política estructural, donde la sociedad en que vivimos carece de modelo alguno, amorfo, oportunista, sin ideología, doctrina, ni programa, sin Proyecto país y sin un liderazgo éticamente creíble.

Sigue pendiente la ausencia de una representación política que nos conduzca a un cambio democrático y patriótico, que nos saque de este estatus quo neoliberal, donde la gran tarea es abrir desde las bases un nuevo curso, el ejercicio de una democracia directa cuyo eje sea forjar el pensamiento crítico que significa recuperar nuestro ser nacional, que resuma la tarea de gobierno y gerencia del estado en calidad de vida para la ciudadanía.

Así vamos comprendiendo por qué en más de 20 años de neoliberalismo, Lima, la capital del Perú, es la ciudad más insegura, donde un solo policía se ocupa de 953 habitantes, siendo el estándar promedio, según la ONU, de un policía por cada 250 habitantes. Lima tiene 136 comisarías con 9,800 policías para un total de 9´180,000 habitantes, añadiendo los magros sueldos y la ausencia de una política seria carcelaria.

Y ni hablar de inversión en investigación y desarrollo, estamos muy alejados de los países desarrollados, como Alemania, donde se desarrollan industrias como la biotecnología, nanotecnología y la tecnología de la información. El Perú sigue siendo un país primario, exportador de materias primas sin ningún control de parte del Estado, es decir, trabajamos sólo para los mercados externos.

La desaceleración de la economía mundial, de la que nada hablan los candidatos de la “farándula política” siguen ofertando populismo, mientras el Estado peruano ha tenido un ingreso menor, registrando un déficit fiscal del 2.1% del Producto Bruto Interno (PBI) en el año 2015, que asciende a los S/. 12,798 millones.

Además, producto de la desaceleración económica y la caída de los precios de los metales de exportación, hubo una menor recaudación en nuestro país, especialmente del cobre y el oro. Esto es crítico para el Perú, más aún si la necesidad del gobierno es financiar grandes proyectos de infraestructura, pues lo anterior implica que a falta de recursos internos, el país tendría que endeudarse en los mercados externos y emitir deuda en moneda extranjera. Así de fácil es entender la economía para el neoliberalismo en un país sin norte ni rumbo. Sigue pendiente, desde los años 90, la gran tarea de reconstrucción del Estado, sus instituciones y un sistema de partidos sobre bases sólidas, no en arena como las construidas sólo con fines electorales para capturar al Estado como botín.

A nivel internacional, las potestades de este siglo siguen trabajando para recuperar lo que consideran su patio trasero en sus planes, para modificar “…a su favor la correlación política en toda América Latina y El Caribe, cercando a Cuba, encontrando mayores facilidades para enfilar contra Bolivia, Ecuador y el resto de países donde gobierna la izquierda y el progresismo, con lo cual procederán a un desmontaje de lo avanzado en materia de integración (CELAC, UNASUR), e insertarán a la región en la órbita del imperio del Norte”.

Quedan pendientes las grandes tareas regionales para hacer frente al sistema global neoliberal. Esto supone un sistema de ética global, el diseño de otro orden financiero, la solución a la deuda de los Estados, el rediseño de la Organización de las Naciones Unidas, el fortalecimiento del papel de los Estados Nacionales, seguir impulsando la construcción de proyectos locales y regionales, preservar los derechos del medio ambiente, la identidad y la cultura de los países; pero, principalmente, desarrollar el pensamiento andino-amazónico con una concepción agro-céntrica de la economía.

El frente de derechas en este “circo electoral” 2016 sigue degradando la política, dejando a los ciudadanos del Perú profundo sin representación, por ello la gran tarea es persistir en un solo frente, un solo candidato, un solo programa para enfrentar en mejores condiciones este desequilibrio social, esto “…significa renovación para andar al compás de los tiempos, la actualización del programa, la incorporación de nuevos métodos y estilos de trabajo, capacitar y promover a los contingentes juveniles, que son los llamados a jugar un rol protagónico en este proceso”. Seguiremos analizando el curso de la coyuntura electoral en el Perú 2016 desarrollando algunas alternativas centrales sobre el pensamiento andino-amazónico, que dibuja con mayor precisión el nuevo rostro del Perú del siglo XXI.


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