Mañazo y su homenaje a la Virgen María Inmaculada Concepción



Escribe: Los Andes | Política - 17 Dec 2017

Si hay algo que caracteriza al mañaceño, además de la típica alegría puneña y su calor para con el visitante, es su ferviente devoción a la Virgen María Inmaculada Concepción, a la que le rindió culto durante cuatro largos días. Esa intensidad religiosa, que congregó a aproximadamente mil 300 danzarines, la retratamos a continuación, día por día, desde el 07 hasta el 10 de diciembre pasado.

María Alejandra Guerra.

07 DE DICIEMBRE
¡Por fin ha llegado la fiesta de la Virgen Inmaculada Concepción! Hombres y mujeres de este hermoso pueblo han esperado con frenesí y se han preparado de manera especial para este acontecimiento religioso que reúne a las familias, amigos y a todos los visitantes de lugares lejanos para venerar a su santa patrona, la guardiana de su Mañazo querido y disfrutar de la fiesta.

Pasada la media tarde, hicieron su ingreso a la plaza principal del pueblo, los k’apus, con la participación de los tenientes de todas las comunidades del distrito, quienes llegaban portando atados de t’ola (leña) para depositarlo frente a la iglesia.

Más rato, con toda devoción, portando hermosos cirios, autoridades, alferados y población, al son de las bandas de músicos, hicieron un recorrido por la plaza, mientras que el público contemplaba extasiado este despliegue.

Momentos después, cuando el frío comenzó a hacerse sentir, como queriendo romper el encanto mágico nocturno, se inicia la quema de la t’ola que desprende un aroma muy sutil que solo aspiran los dioses de las alturas del ande y esa noche perfuma todo el ambiente mañaceño.

Cuando ya la noche cubrió con su manto negro el pueblo, que estaba iluminado tenuemente por la energía eléctrica, el cielo estalló en una lluvia de colores, al tiempo que iban consumiéndose los castillos de bellas y exóticas figuras; el público contemplaba embelesado este magnífico e impresionante espectáculo que superó a los de los años anteriores.

08 DE DICIEMBRE
Al día siguiente, en el día central, el pueblo despierta al son de bellas melodías de morenadas, tinkus, etc. Las bandas de los siete conjuntos interpretan lo mejor de su repertorio para motivar a la gente a disfrutar de esta gran fiesta que solo se realiza una vez al año.

Ya casi al llegar el mediodía, el párroco de la iglesia, da inicio a la santa misa que este año por primera vez se celebra al aire libre. La gente se ha volcado a la plaza, engalanada de sus mejores trajes: bellas cholitas con polleras y mantos trabajados exquisitamente; apuestos caballeros ataviados de elegantes ternos; y por otro lado, bailarines de todos los conjuntos mostrando bellos trajes de perlas, grecas, cintillos… y los músicos debidamente uniformados.

Culminada la liturgia, el sacerdote, las autoridades del pueblo, los alferados y devotos de la Virgen, recorrieron en procesión alrededor de la plaza, agradeciéndole por sus bendiciones recibidas durante todo el año y a la vez rogando por sus peticiones para continuar en el duro trajín de la vida.

Seguidamente, ubicando a la virgen en la puerta de la iglesia y ubicándose autoridades, invitados y público en general en los estrados dispuestos para esta fecha, se inició la veneración, el párroco ofreció tres vivas en honor a la Virgen y al pueblo de Mañazo.

De esta manera, abrió la veneración, el conjunto de Sikuris de la I.E.S. Mañazo; bailando con gracia y garbo al compás de bombos y zampoñas; Confraternidad los Tinkus, mostrando gran agilidad y destreza en sus movimientos.

La Morenada Inmaculada Concepción, la Poderosa Morenada Inmaculada Concepción, Morenada Residentes, distinguiéndose todas ellas por la elegancia y exquisitez de sus trajes, por sus gráciles y gallardos movimientos, y la hermosa y cautivante música de sus bandas y sus numerosos participantes.

También hizo su despliegue el magnífico Sicuris Labrador Yawar Huayna. Por último, la Asociación Cultural Saya, destacando también por su gran número y hermosos trajes.

Sin embargo, estando la veneración en su máximo apogeo, el cielo se cubrió de nubes grises y la lluvia comenzó a caer intensamente; pese a ello, los danzantes continuaron su recorrido y el público guareciéndose como pudieron, continuaban también aplaudiendo y arengando a sus conjuntos. No cabe duda que Mañazo, es una población devota, ferviente y de mucha fortaleza.

09 DE DICIEMBRE
Continúa la euforia, la alegría; todos se vuelcan a la plaza principal. El sentir, la emoción, la ilusión, todo es uno solo en los corazones mañaceños de niños, jóvenes, adultos y ancianos; es el día del gran concurso, de bandas, de músicos y conjuntos. El primero de los concursos, de desarrolló en la plaza del pueblo llenando el aire de hermosos acordes dispersándose aún por el campo para alegría de los campesinos.

Alrededor de las 10 de la mañana, se inicia la santa misa de bendición, donde una vez más, los fieles ratifican con fervor su devoción a la Virgen. Seguidamente todos los conjuntos se ubican desde el mercado del pueblo, para hacer su ingreso al gran escenario donde aguardan con gran expectación los asistentes. Siendo la agasajada la madre del pueblo.

Matracas, zampoñas, wichi wichis rasgan el aire con melodiosos sonidos y movimientos. Bum! Bum! Bum! Suenan los bombos unidos al ritmo de los trombones, trompetas, saxos, platillos, liras, tarolas y comienza la función. Danzantes envueltos en un halo de fe, jolgorio y vitalidad rompen la pista con gallardos pasos marciales, mientras el público aplaude y vitorea frenéticamente a todos los conjuntos. La virgen recibe satisfecha las ofrendas florales y las exóticas danzas.

Pasada la media tarde hacen su ingreso sorpresivo los tres alferados de la fiesta taurina del día siguiente, con sus numerosas comitivas portando vistosos y coloridos enjalmes, al compás de la bandas que interpretaba bellos paso dobles.

Horas después ya caída la noche, nuevamente los fuegos artificiales irrumpen el firmamento nocturno con destellos multicolores, mientras los danzantes y público en general bailan con frenesí alrededor de los imponentes castillos que va consumiendo la sublime obra artística del pirotécnico, concluyendo el día con un baile general de todos los asistentes.

10 DE DICIEMBRE
El pequeño Apu Morok’ea, mirador turístico del pueblo y donde se encuentra el ruedo de las fiestas taurinas, se encuentra atiborrado de público amante de este arte, llevando consigo sus viandas y bebidas, y esperan ansiosos la llegada de los alferados y toreros.

Ingresa el primer alferado, Don Froilán Marquez y esposa, acompañados de su torero y caperos, quienes lucen unos trajes extremadamente preciosos de perlas, lentejuelas y exóticos bordados, y todos sus invitados, más su majestuosa banda de músicos, quienes saludan al todo el público dando vueltas al ruedo, y son retribuidos con gritos y aplausos ensordecedores del pueblo.

Terminando el saludo, queda en el centro del ruedo el alferado y su comitiva más allegada, mientras sus invitados toman lugar en la tribuna designada para ellos. En la parte central del escenario les aguarda una hilera de toros de cerámica color negro, cuyo significado es atraer la abundancia, prosperidad y riqueza; sobre los que el alferado y acompañantes hacen una Ch’alla hacia el este, salida del sol.

Similar ceremonia realizan el segundo y tercer alferado, don Roger Cutipa y don Gil Ticona. Al final quedan los tres alferados y comitiva. Dan una vuelta corriendo los tres alferados varones, con una botella de cerveza en la mano challando al ruedo y al público que se encuentra en él; de igual manera lo hacen, las tres esposas para luego todos colocarse en sus respectivas tribunas.

Durante todo este tiempo la banda no deja de tocar hermosos paso dobles. Cada alferado trajo para la corrida tres toros, bellos ejemplares: robustos, fuertes, inquietos y de mirada brava que inspiraban temor al común del público, como yo.

Y así en medio de las vivas, vitores y oles, se abre una de las puertas y al ritmo de suspenso de las tarolas, sale “Trueno”: Veloz, enfurecido, rascando la arena, buscando un blanco donde atacar con sus afilados cuernos.

Y ahí sale a su encuentro el aguerrido torero con su flamante capa roja; un silencio sepulcral enmudece el público y un instante hombre y bestia se miran fijamente, y roto el silencio, Trueno se abalanza sobre la capa el torero y éste esquiva el mortal ataque; el público enloquece de emoción y aplaude a rabiar, continuando así la fiesta taurina con los ejemplares de los demás alferados. No habrá toro de muerte. “No, eso no está permitido aquí. A la virgen no le gusta, los animales sufren” comentó una lugareña.

Fueron cuatro días de jolgorio, alegría, reencuentros y emociones indescriptibles que vivieron los mañaceños, dejando por unos días la rutina de sus labores cotidianas para disfrutar un capítulo de solaz esparcimiento en sus vidas para luego proseguir el camino hasta el retorno del 8 de diciembre del próximo año.

Esta fiesta religiosa no sólo fue de baile y música, también hizo mover toda la economía de la población. Se armaron toldos de ponches, bebidas, comidas, dulces. Autoridades y pobladores se esforzaron en dar un cálida acogida a todos los visitantes del lugar y foráneos.


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