Los Andes

Gregorio Santos Guerrero (Democracia Directa) no personifica a la izquierda peruana. La representa, más bien, como lo hace Verónika Mendoza (Frente Amplio por Justicia, Vida y Libertad) o, para enmarcarnos en el plano local, como el propio Alberto Quintanilla Chacón, hoy congresista de la República por esta parte del país.

¿Qué es, entonces, aquello que lo diferencia, que lo hace tan importante –al punto de generar polémicas que son portadas de varios medios de comunicación– en este sector político del país? Su radicalismo, dicen algunos; otros, que pasó más de dos años en la cárcel (prisión preventiva), con lo que su figura adquirió una dimensión singular y propias de los mártires de antaño.

No obstante ello, quizás lo más característico de Gregorio Santos es que desune a la izquierda peruana, al menos aparentemente. Y está lo otro, también: que políticos representativos a nivel nacional, como Verónica Mendoza, simplemente prefieren ignorarlo o hablar lo menos posible de él.

Es por ello que sus declaraciones, cada vez que las brinda, suenan polémicas (ayudadas, claro está, por los medios y algunos analistas políticos). Una de las últimas que dio, por ejemplo, más allá de su tinte personal, levantó polvo entre los izquierdistas peruanos.

Entre otras cosas, dijo que no es “de las personas que trabajan en función de nombres en un proyecto político. Es muy prematuro todavía adelantar eso (una alianza con Verónika Mendoza). Es interesante, pero es muy prematuro�, agregando luego que tiene diferencias muy marcadas con la lideresa del Frente Amplio.

“Pero como peruanos que aspiramos a cambios profundos, estamos dispuestos a trabajar unitariamente en todos los campos�, añadió Santos, paliando en parte lo dicho con anterioridad. Tras ello, enfatizó que es “un hombre que piensa en la unidad de las fuerzas que quieren ser alternativa al neoliberalismo�.

Así las cosas, finalmente dejó entrever que una alianza entre su partido, Democracia Directa, y el Frente Amplio (que es una coalición política de partidos, organizaciones políticas, movimientos sociales y ciudadanos activistas del Perú, cuyo principal objetivo es consolidar a los distintos sectores de izquierda y progresistas), podría darse, pero en el largo plazo, y quizás sin Verónika Mendoza.

EL IZQUIERDAZO DE GOYO

Aunque no pudo realizar una campaña electoral en igualdad de condiciones, pues estaba recluido en el penal de Piedras Gordas, Gregorio Santos (“Goyo� Santos, con cariño), logró un importante respaldo en los últimos comicios, logrando incluso pasar la valla electoral establecida por el Jurado Nacional de Elecciones (5%).

Algo que para algunos, como Alfredo Torres, presidente de Ipsos-Perú, significó un duro golpe para Verónika Mendoza y el Frente Amplio. Al respecto, señaló –hace ya tiempo– que “Goyo�, antes del debate, tenía alrededor de dos puntos de intención de voto, y que luego del evento, creció hasta 4%. Coincidentemente, los 2 puntos que le faltaron a Verónika Mendoza para alcanzar a PPK en el conteo final.

“El voto de izquierda en Cajamarca, Puno y otros lugares de la sierra de (Gregorio) Santos eran votos que antes del debate estaban con Mendoza�, precisó Torres. A su vez, el politólogo Arturo Maldonado también sostuvo que si “Goyo� se retiraba de la contienda, Mendoza habría estado en segunda vuelta.

Entonces, ¿por qué no se retiró? El sociólogo y comunicador Sandro Venturo, se atreve a plantear una hipótesis: Santos no postuló para ganar las elecciones, sino para consolidar el voto fiel en Cajamarca y en las zonas mineras. Algo discutible, sin lugar a dudas, y que, de plano, ha rechazado el propio Goyo.

“En primer lugar, se trazaron dos proyectos políticos completamente diferentes; y además, los compañeros del Frente Amplio ya habían decidido no tenernos en su plancha presidencial. Entonces, decir que por nuestra culpa no pasaron más allá de la primera vuelta es una deducción simplista. No es justo que me responsabilicen de su fracaso�, expresó.

VERÓNIKA Y SU SILENCIO

Ella era (o es) la llamada a unificar la izquierda y sacarla de la crisis en donde se halla actualmente. El último proceso electoral así lo probó. El 18.80% de votos que consiguió (dos menos, prácticamente, que PPK) en la primera vuelta, demostró que su candidatura, al margen de los comicios, la convirtió en un personaje político a tomar en cuenta en los próximos años.

Es por eso que, desde el 10 de abril pasado y tras culminar su gestión como congresista de la República, ha estado en constante actividad política, evidenciando un trabajo que, de no interrumpirse o flaquear, seguramente dará sus frutos en el proceso electoral del 2021, en el Bicentenario de la Independencia del país.

Pero, ¿qué diferencia a Verónika Mendoza de Gregorio Santos? Para este último, “eso lo dirá el ciudadano�. Esta es una respuesta ambigua, a todas luces; sin embargo, el propio Goyo explicó: “Si yo tengo dos manzanas, una la comes tú y otra yo, tendremos diferentes percepciones del sabor que tiene la fruta. Cuando uno comience a ver a la luz de la práctica, al calor de los hechos, cuáles son nuestras convicciones, nuestras ideas y prácticas, terminarán diciendo quién es tal. Eso es lo que tenemos en esencia�.

La excandidata presidencial, de su parte, no emitió ninguna opinión al respecto. Tal vez por prudencia política o, en otro caso, por simple indiferencia. Como fuera, con ello la izquierda peruana aún evidencia esas discrepancias y rupturas que tanto la caracterizaron a lo largo de las últimas décadas.

QUINTANILLA RESPONDE

Quien sí se pronunció, en cambio, fue el congresista por Puno, Alberto Quintanilla Chacón (Frente Amplio). "La no unidad con [Gregorio] Santos no solo obedece a la posición de él, también ha habido posiciones equivocadas al interior del Frente Amplio y autocríticamente hay que señalarlo, no hemos logrado unidad mayor", dijo lúcidamente, hace poco.

"Como Partido Socialista y fuerza integrante del Frente Amplio, nosotros sí hubiésemos querido una unidad con Gregorio Santos al interior del frente, que al final no se dio", agregó el congresista más votado en la región Puno. Y agregó:

"Creo que ha habido posiciones equivocadas dentro del Frente Amplio, incluidas las de Marco Arana, en ese aspecto, que no ampliaron una posibilidad mayor de unidad", añadió, aludiendo al congresista y actual vocero de su bancada.

Asimismo, dijo que personalmente sí cree que Gregorio Santos debería ser incluido en la conformación de un gran frente de izquierda: "No sé si Tierra y Libertad lo acogería, pero nosotros sí estamos de acuerdo con que integre un movimiento de frente de izquierda más amplio que el que planteamos actualmente en el Frente Amplio�.

No obstante estas benévolas declaraciones, Quintanilla dijo que Goyo "está equivocado cuando dice que el Frente Amplio no tiene una posición política. Nosotros sí la tenemos y es una que busca un país moderno, democrático y sin exclusiones sociales".

"Está equivocado. Todos nosotros queremos reivindicar una izquierda moderna y democrática, sí tenemos planteamientos, posiciones y programa", enfatizó. Tras ello, sostuvo que la gran tarea pendiente de la izquierda en el Perú es que “sea un solo bloque�, y postule junta en las próximas elecciones regionales.

Para acabar, sin tapujos, dijo: “Hubo sectores del MAS (Movimiento de Afirmación Social) y del Frente Amplio que no permitieron que la izquierda postule en un solo bloque y esté unida�, añadiendo que los grandes errores de la izquierda en el Perú han sido el terrorismo de Sendero Luminoso y el sectarismo de un grupo de la izquierda.

LA IZQUIERDA AHORA

Así como están las cosas, está claro que es un solo nombre el que desestabiliza –al menos de momento— a la izquierda peruana: Gregorio Santos. Tal vez es, en efecto, el radicalismo que muchos le atribuyen o, como dice nuestro representante en el Congreso, Alberto Quintanilla, que hay todavía discrepancias internas en este sector político del país.

Que Santos sea un perseguido político, como él mismo se llama, no tiene mucho que ver en estos menesteres, pues la política es un andar hacia adelante, con pocas vueltas hacia atrás (y si lo hace, es solo para fiscalizar y castigar); un escenario en donde, con el pasar de los años, poco importan los nombres, como sí los partidos y las ideologías.