Aniversario de gráficos en Puno: Julio Humpire, el hombre paciente


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Escribe: Los Andes | Sociedad - 17 Jan 2016


Desde que Julio César Humpire Flores abrió su primera oficina de diseño gráfico con una computadora prestada, una silla sacada de su casa y el sueldo de su último trabajo como empleado, hasta que abrió su propia empresa de impresión gráfica, pasaron cerca de 6 años.

El hombre había pasado por la universidad, el ejército y una oficina de publicidad. Es en esa oficina de la ciudad de Arequipa donde sin querer se enganchó al mundo del diseño y jamás salió, para su felicidad. Desde muy chico pensó ser ingeniero, incluso estudió para eso, pero las circunstancias, o más precisamente el servicio militar, lo llevaron a la Ciudad Blanca.

Nacido en Puno, su padre vino de Samán para enamorarse de una puneña de nacimiento; considera que el amor por la patria es el amor más grande que puede haber y lo descubrió en la Ciudad Blanca, cuando prestó servicio a la patria. Su amor se probó a fuego en Ayacucho en los años 80, en lo más crudo del conflicto interno.

A sus 46 años (los cumple este 11 de noviembre), recuerda esas épocas como las más bonitas de su vida. En ese momento no parecía, pero luego de muchos años sí los valora mucho. Hoy, de esos años, quedó intacto el amor por la patria.

Uno de sus rasgos de su personalidad es la paciencia. Justamente el diseño gráfico es una actividad para personas sumamente pacientes y perfeccionistas. Un escudo institucional puede tomar media día de trabajo para alguien experimentando. Julio César dice que prefiere trabajar de noche y procura siempre que sus trabajos se vean muy bien.

En sus primeros años incluso tardaba días en aprender las nuevas posibilidades del diseño en computadora. Cuenta que de día, en su primera oficina de diseñador, recibía clientes que a veces querían determinado tipo de diseño. Si en ese momento no podía, intentaba por la noche hasta que lograba el diseño deseado. Es diseñador gráfico desde 1998, año en que abre su primera oficina amoblada de la manera indicada en el inicio de este texto.

Se casó el año 2000 y, tres años después, impulsado por su esposa, se animó a entrar de lleno en la impresión. Desde ahí, la vida le ha sonreído con la propiedad de una de las más grandes empresas en Puno (la que se conoce como “Júpiter”) y con 4 hijos.

Este año fue alferado de la fiesta en honor a su santo patrono, San Martín de Porres, aunque no fue la primera vez.

Una de sus mayores satisfacciones de este año es haber logrado la total formalización de su empresa. “Mi anhelo siempre era formalizar y darle su lugar a los empleados. A principios del año ya son formales todos los trabajadores”, dice muy satisfecho.


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