Ollanta y El Titicaca


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Escribe: José Luis Ayala | Sociedad - 28 Jul 2016


¿Qué tienen en común Augusto B. Leguía y Alberto Fujimori Fujimori? ¿Por qué hay peruanos que los defienden? Se trata de un rasgo político colonial que no hemos sido capaces de superar. Leguía y Fujimori se parecen por autoritarios y serviles incondicionales del sistema de saqueo de riquezas naturales. Fueron dictadores, adaptaron las Constituciones del Perú, según el interés de las clases dominantes, con tal de gozar de prebendas y privilegios momentáneos. La diferencia está en que Leguía no fue procesado y Alberto Fujimori está preso. Mientras que Leguía abandonó sus orígenes políticos, Fujimori logró construir una agrupación política a base de clientelaje, con dádivas, alimentos y regalos, compuesto por una mayoría de personas pobres y analfabetos políticos.

Leguía se mantuvo hasta que la crisis mundial de 1929 causó graves problemas en la dependiente economía peruana. Varios fueron los factores para que creciera el descontento popular: El ejército exigió mejores sueldos, la firma de los tratados de con Chile y Colombia, en donde se desmembró el territorio; el alza del costo de vida y protestas de obreros y trabajadores agravó la situación. Pero, sobre todo, la corrupción generalizada, provocó que el 22 de agosto de 1929, el comandante Luis M. Sánchez Cerro lanzara un manifiesto contra el régimen. Leguía trató de salvar la situación, pero la guarnición de Lima el 25 de agosto pidió su renuncia. Preso por orden la junta militar del gobierno al mando del general Manuel María Ponce B., fue entregado como rehén al entorno de Sánchez Cerro, quien llegó a Lima en avión.

Leguía fue trasladado al BAP Almirante Grau que partía hacia Panamá, pero fue desembarcado, recluido en el Frontón y luego en el Panóptico; su casa, como la de sus principales colaboradores, fue asaltada, saqueada. Permaneció preso durante 14 meses, hasta que enfermó de la próstata y, víctima de pulmonía, falleció en el Hospital Naval del Callao. Fue enterrado el 6 de febrero de 1932. No han faltado quienes afirmen que (por ignorancia) Leguía y Fujimori fueron los mejores presidentes del Perú.

Alberto Fujimori Fujimori está enfermo, pero no es nada grave. Es el preso más caro. Recluido en DIROES, goza de privilegios y comodidades. Fue condenado por delito de usurpación de funciones el 11 de diciembre del 2007, al ordenar suplantar a un fiscal y allanar el departamento de Trinidad Becerra, esposa de su asesor Vladimiro Montesinos. Se apropió de los “vladivideos” y trató de borrar pruebas de delitos cometidos. El 7 de abril del 2009 se le impuso 25 años de prisión por el asesinato de nueve estudiantes de la Cantuta, 15 personas y un niño de ocho años en Barrios Altos. Fue también condenado por secuestros del periodista Gustavo Gorriti y el empresario Samuel Dyer, en abril de 1992.

En el 2009, Fujimori reconoció haberse apropiado de 15 millones del Estado Peruano para entregar a Vladimiro Montesinos, por lo que se le impuso 7 años y seis meses de cárcel. También fue condenado por delito de espionaje telefónico, compra de congresistas tránsfugas y pago a medios de comunicación; por ello recibió seis años de cárcel y se ordenó reparación a personas afectadas. El 8 de enero del 2015, fue sentenciado por apropiarse del fondo económico de las Fuerzas Armadas y Servicio de Inteligencia, para sobornar a los diarios llamados “Chicha”. La Sala Penal Especial de la Corte Suprema, determinó que fue autor mediato de homicidio calificado con alevosía, lesiones graves y secuestro agravado en las matanzas de Barrios Altos, La Cantuta, así como secuestros de Gorriti y Dyer Ampudia. César San Martín declaró: “Este tribunal declara que los cuatro cargos se encuentran probados más allá de toda duda razonable, y la sentencia es condenatoria".

Finalmente, Carlos Rivera Paz declaró: “De acuerdo al derecho internacional, básicamente a la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, aquellas personas que han sido condenadas por crímenes contra la humanidad también están prohibidas de ser indultadas. Tanto el derecho interno como internacional lo que establece es un marco de prohibición absoluta para que Fujimori sea indultado”. En otras palabras, Alberto Fujimori Fujimori está condenado de acuerdo a un debido proceso, por asesinato, crímenes calificados de lesa humanidad; por tanto, era imposible que se le otorgara indulto.

Ollanta Humala Tasso no podía liberar a Fujimori de ninguna manera, no tenía los instrumentos ni mecanismos jurídicos necesarios. Aunque durante los cinco años de su desastroso gobierno, se entendió muy bien con el fujimorismo, mantuvo la vigencia de la Constitución de 1993. Se esforzó por sostener el modelo de extracción de capitales a favor de las transnacionales. Impulsó programas de asistencialismo a fin de contener los movimientos sociales, retrasó los cambios sociales que el Perú necesitaba como lo hicieron Odría, Sánchez Cerro, Benavides, Belaunde, García y Toledo. Sus últimos discursos triunfalistas y acciones postreras, consisten en anunciar millones de inversiones para todas las regiones. Un hecho anecdótico es que deja varias primeras piedras para construcciones de futuros hospitales, carreteras, puentes y comisarías que serán “debidamente implementadas por el próximo gobierno”.

Humala Tasso, lo que no ha hecho es anular la concesión en el lago Titicaca a favor de la empresa inversiones MITANO S.A.C., para desarrollar actividades de acuicultura a mayor escala mediante el cultivo de la trucha arco iris en un área de 19.00 has., en la zona 21 del Titicaca, en Cariquita, distrito de Moho ( Puno). Humala, el 22 de junio en la Plaza de Moho, se comprometió a anular dicho despropósito y no lo ha hecho. No solo ha incumplido su palabra, sino que se ha burlado de Moho, Puno y el Perú. ¿Qué intereses hay detrás de este acto de traición y alevosía? ¿Quiénes son las personas beneficiadas? ¿Quiénes son los testaferros y felones peruanos? ¿Permitirán las comunidades afectadas y el pueblo de Moho se consuma un acto destinado a depredar el Titicaca? Veremos. Solo un pueblo que defiende su integridad y patrimonio, es también capaz de hacer respetar su dignidad humana. Las comunidades aymaras y el pueblo de Moho sabrán defender hasta la última gota de sangre el futuro del lago Titicaca y el derecho que tienen las nuevas generaciones a un patrimonio de siglos y herencia histórica ancestral.


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