Zepita en la historia del Perú


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Escribe: Néstor Pilco Contreras | Sociedad - 28 Aug 2016


Zepita es un distrito de la provincia de Chucuito (Puno). Lingüística y culturalmente son los herederos de los uruquillas, puquinas y aymaras; el legajo histórico lo constituyen las pinturas rupestres de Chosecani, las chullpas de Ichocollo y el complejo arqueológico de Tanka Tanka, que es un asentamiento fortificado (pukaras). Durante el desarrollo del señorío Lupaca, Zepita fue una de los siete cabeceras o pueblos, con el advenimiento Inca fue parte del Camino (Capac Ñan) del Collasuyo y en la etapa colonial acogió a los frailes dominicos, quienes construyeron la iglesia matriz de San Pedro de estilo barroco, al mismo tiempo que fue el eje comercial del circuito viñero de la mita de Potosí.

A fines del siglo XVIII, durante la rebelión postupacamarista, destaca el zepiteño Isidro Mamani, quien fue figura de la rebelión indígena en la provincia de Chucuito; él condujo junto a Pascual Alarapita la toma de Zepita, Pomata, Juli, Ilave, Ácora y Chucuito. En el proceso de independencia, el sur peruano se encontraba en poder del ejército realista al mando de Valdez, Carratalá, Canterac y otros. En estas circunstancias, los pueblos de Puno fueron obligados a aportar comida, dinero, ropa y otros enseres; así, según el documento de 1820 encontrado en el Archivo Histórico de Puno, Zepita contribuyó con 50 pesos y frutas de las yungas.

Uno de los acontecimientos más relevantes durante las guerras de independencia, fue la batalla de Zepita, también conocida como Batalla de Chua Chua, realizada el 25 de agosto de 1823, durante la segunda Campaña a Puertos Intermedios dirigida por el General patriota Andrés de Santa Cruz, siendo presidente de facto de nuestro país José de la Riva Agüero. El ejército patriota se embarcó en el Callao en mayo de 1823, compuesto de 7 batallones de infantería, 5 escuadrones de caballería y ocho piezas de artillería; entre oficiales y soldados sumaban cerca de 5 mil efectivos. Desembarcaron en Arica, desde donde emprendieron la marcha sobre la cordillera de los andes dividido en dos grupos uno dirigido por Gamarra y el otro dirigido por Santa Cruz.

En tanto, el ejército realista, dirigido por el General Gerónimo Valdez, partió rumbo de Sicuani el 2 de agosto, compuesto por un batallón, un escuadrón y dos piezas de artillería que le encomendó el Virrey la Serna; en Pomata recibió el refuerzo traído de Arequipa por Carratalá, este consistía en mil hombres formados en un batallón y dos escuadrones. Valdez dispuso entonces de un total de 1900 soldados y 2 piezas de artillería, con los que continuó sobre el Desaguadero.

La batalla se desarrolló en una lomada “situada como a una legua y tres cuartos de Zepita”, según Valdez, mientras el ejército patriota partió de Desaguadero en busca del enemigo precedido por una vanguardia a órdenes del coronel Brandzen. Valdez, en la altura, ocupó con sus batallones de infantería “Partidarios”, “Victoria” y un destacamento del primer regimiento, la ladera sur del cerro haciendo frente a la dirección de Zepita; sus piezas de artillería las estableció al centro; la caballería, dos escuadrones de “Cazadores” y el tercero de “Granaderos” cubrieron la posición de la izquierda. Mientras el ejército patriota se ubicó de la siguiente manera: Batallón “1 de la legión” a la derecha, Batallón “N° 4” al centro y Batallón “Cazadores” a la izquierda.

Valdez, ubicado en una posición estratégica, solo quería mantener a Santa Cruz lo más lejos posible de Gamarra; sin embargo, Santa Cruz simuló un ataque general seguido de un desorden que provocó la reacción realista y posterior cruce de fuegos. El resultado fue 100 muertos, 184 prisioneros, 240 fusiles, 52 caballos ensillados, lanzas, carabinas y sables que quedaron en el campo, fueron los trofeos de los patriotas. 28 muertos y 84 heridos constituyen las pérdidas de la división de Santa Cruz. Los independientes permanecieron en el campo hasta la noche del 25 en que retornaron al Desaguadero. Parece que la batalla de Zepita “atemorizó a ambos combatientes, porque los dos se retiraron: Valdez a Pomata, Santa Cruz al Desaguadero”, dice Paz Soldán.

Esta campaña constituyó una gran oportunidad para lograr la victoria patriota sin la intervención extranjera, pero no lo fue, debido a las fallas estratégicas y ambiciones personales por el poder. Años después, Santa Cruz fue laureado con el título de “Gran Mariscal de Zepita”, así como el coronel Blas Cerdeña, Federico Brandzen y la ciudad de Zepita es honrada con el título de “Benemérita a la Patria”. Es más, durante el oncenio de Augusto B. Leguía (1919 – 1930), en el campo de batalla se erigió un monumento dedicado a todos los hombres y mujeres que dieron su vida por lograr la independencia de nuestro país.


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