Elvis Cotrado: “La juventud actual no tiene ni pensamiento ni sentimiento”


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Escribe: ARMANDO VILLANUEVA TURPO | Sociedad - 08 Jan 2017

Elvis Cotrado (Puno, 1989) es de la generación intelectual emergente puneña, acaso su más joven representante en la crítica literaria. Ha publicado “Cuadernos de literatura” (Anaquel Editores, 2016), un volumen que reúne sus ensayos sobre diversos aspectos literarios. La presente entrevista tiene el privilegio de ser la primera en lograr acercarnos a su autor.

—Elvis, nos comentabas sobre los autores que te habían dado una especie de introducción a tu universo literario, a tus lecturas. Creo que son Borges y…
—Sábato.

—¿Qué aspectos te llamaron la atención de ellos?
—¿Por qué Borges y Sábato? Porque son dos lecturas diferentes; ambas nos llevan a caminos diferentes. En el caso de Borges, la lectura en sí, y en el caso de Sábato, el para qué de la lectura. Borges nos lleva a autores como Sir Thomas Brown, Shakespeare, Quevedo, Chesterton, Alfonso Reyes o Marcel Schwob. Sábato nos lleva a autores como Dostoievski, Kierkegaard, Kafka, Sartre… Porque, más allá de su literatura, nos enseñan a amar a otros autores. Por eso.

—¿Cómo distingues a Borges de Sábato?
—Si bien es cierto que ambos son argentinos, e incluso que se conocieron mediante Bioy Casares, que es un amigo de Borges, políticamente difieren bastante. Y en cuanto a mérito estético, podríamos decir que Borges es un autor pudoroso, bastante humilde, mientras que Sábato es un autor más preocupado por los temas sociales, extraliterarios; en el caso de aquél, se trata del escritor puro, aislado de los temas de nuestro tiempo.

—Tu actitud ensayística devino de tus lecturas solo a estos autores o…
—Claro. En realidad, mis autores favoritos son James Joyce, Marcel Proust, Michel de Montaigne, Harold Bloom, y los rusos Fiodor Dostoievski, Lev Tolstoi, Alexandr Pushkin, y otra serie de americanos como Andrés Bello, José Enrique Rodó, Sarmiento, José Carlos Mariátegui y Pedro Henríquez Ureña (que, me parece, es un maestro de primer orden). Estos últimos me instaron al ensayo.

—¿Algún ensayista que no te agrade, con quien difieras en ideas?
—Muchos escritores localistas. Difiero con ellos y otros similares, pues su visión de la literatura es menos orgánica que la de maestros verdaderos: aquí hay una especie de clausura cultural, estamos muy apegados a la costumbre y a la tradición, a los autores de siempre. Con ellos difiero.

—¿Cómo defines lo orgánico en la literatura?
—Existen autores ineludibles, que no podemos obviar… Sin ellos la literatura no sería lo que es. Por ejemplo, Joyce ha cambiado, modificado la literatura fundamentalmente. Sin él, no tendríamos a William Faulkner; sin Faulkner no tendríamos a Juan Carlos Onetti, a Mario Vargas Llosa. Digo orgánico porque abarca todo lo esencial de la cultura universal.

—Decías que Borges es un escritor aislado de los temas de su tiempo. ¿Qué temas ves tú probables de abordar en la literatura, por ejemplo, de nuestra región?
—Borges es de todos los tiempos… Por ahí hay una confusión… Leí una entrevista a uno de los profesores de la Facultad de Educación, que, cuando le preguntaban sobre la literatura puneña, él dijo que Puno no quiere hablar de su poesía. A mí me parece que Puno habla demasiado de su poesía (y solo de tal). Me parece curioso. Sobre todo porque los literatos “antiguos” de Puno están demasiado apegados al terruño. Es cierto que Puno es un bastión y tiene potencial; pero creo que tiene razón Luis Alberto Sánchez cuando dice que las literaturas regionales o nacionales, en sus historias escritas, a veces tienden a sobrevalorar nuestros aportes, a hinchar al vecino con méritos que no tenemos. Eso no debe ser así.

—¿Qué opinas de la frase “Primero lo nuestro, después el resto”?
—Me parece que a la tierra se la tiene que valorar de una manera indirecta; no buscar el motivo. Sábato decía, citando a Aristóteles, que nosotros aprendemos a conocer nuestro país cuando estamos fuera de él.

—Sobre tu trabajo… Todo lo que encontramos en “Cuadernos de literatura” lo has venido publicando…
—Sí, los he ido publicando en el diario Los Andes; pero ya para el libro los modifiqué, corregí y aumenté, porque en el diario no te permitían más de un límite. Y estos trabajos los vine realizando desde el año 2014, a fines más o menos, cuando estaba en la ciudad de Arequipa. El libro lo acabé en el 2015, pero por motivos económicos tuve que postergar su publicación.

—En el libro están las “Apologías”, las “Refutaciones”, los “Comentarios” y el “Apéndice”. En la parte de las “Refutaciones” hablas por ejemplo de los premios insulsos. El Congreso hizo una distinción a ciertas personalidades de Puno. ¿Qué opinas al respecto?
—Me parece, de parte de las “personalidades” que las recibieron, una total indecencia. No voy a mencionar nombres, pero hay autores que hablan, que cuestionan el gobierno, que cuestionan la política nacional; sin embargo, cuando reciben premios, las manos están abiertas para recibirlos del mismo gobierno al que critican. Por eso es que, justamente, Javier Marías, allá por el 2014, rechazó el Premio Nacional de Literatura que le quería conceder el gobierno español. Él decía que el escritor no debe recibir ese tipo de condecoraciones si es que no está de acuerdo con el gobierno, especialmente si las necesidades más urgentes de los pueblos están descuidadas.

—Pasando a otro tema, ¿cómo ves la literatura contemporánea? ¿Cómo la sugieres según tu percepción?
—La literatura está… Yo la llamaría literatura hasta dandysta. Porque autores como Roberto Bolaño, Enrique Vila-Matas, Javier Marías, entre otros, no hacen más que hablar de la misma literatura. Y eso me parece un defecto de esta época. Esencialmente Bolaño. Yo respeto a Bolaño; pero noto ese defecto. Por ejemplo, en “2666” unos pésimos críticos hablan de la búsqueda de un poeta... Es decir, siempre están en la literatura hablando de la misma literatura.

—Otros temas que no sean la misma literatura, otros temas que se podrían abordar…
—La condición humana, por ejemplo. ¿Por qué admiramos a Dostoievski, por qué admiramos a Balzac, si bien son lecturas disímiles? Balzac piensa en la sociedad, y en el caso de Dostoievski, es el individuo; él explora el alma humana sin hablar de la literatura misma.

—¿En el Perú ves algún tema particular que podría ser asimilado por los escritores, poetas? Decían algunos que en los 90 el terrorismo pudo ser un tema de la literatura.
—Hay un tema candente: La crisis espiritual. La sociedad se ha vuelto superflua. Hemos trivializado lo que es importante. Y pienso que un escritor no debe escoger temas; los temas lo deben de elegir a él, porque al elegir perdemos espontaneidad.

—Se fuerza el acto de la fecundación de la obra de arte…
—Sí. Hay un escritor puneño que publicó un libro sobre La Candelaria; el mérito estético de ese libro, honestamente, me parece pésimo y hasta creo que tiene más intención turística que intención propiamente literaria. Entonces… yo creo que el artista no puede elegir; es esencialmente un creador, y cuando escogemos qué temas pueden gustar o qué temas no, creo que fallamos.

—La crisis espiritual, nuestra época, nuestra generación…
—Estamos en una época de crisis. Es la crisis más dramática que tenemos a lo largo de nuestra historia. El mundo se ha trivializado totalmente. Se valora más el dinero y no las cosas que realmente importan en la vida. Y la literatura, justamente, debe sensibilizar al público a no ver las apariencias de la realidad.

—Los trivializados se preguntarán: ¿qué cosas son importantes en la vida?
—En la vida lo importante… Por ejemplo, el amor es importante. El amor, el afecto, la fraternidad… Y la humanidad. Esas son las cosas importantes. Yo estoy, por ejemplo, profundamente agradecido a Patricia, ni novia, porque sin ella tal vez este libro no hubiera existido ni yo estaría hablando acá contigo…. Esta generación de jóvenes, por otra parte, no tiene ni pensamiento ni sentimiento.

—En el ámbito puneño, ¿hay alguna lectura que haya sido de tu agrado?
—Sí. Sería mezquino negar alguno. Gamaliel Churata me parece, probablemente, el mejor escritor que hubo en Puno. Y también Oquendo de Amat y Dante Nava.

—¿Algún rasgo que te haya llamado la atención de quienes hacen literatura en la actualidad, en nuestra época?
—He notado que los poetas jóvenes están, me parece, bastante pervertidos por Oquendo, por Alejandro Peralta. Las figuritas… Me parece deleznable. Es cierto que Oquendo ha sido un gran poeta, uno de los más vanguardistas que ha tenido el país e incluso Latinoamérica; pero me parece que alguna vez Sábato, citando a Antonio Machado, dijo que el artista, a veces, irónicamente termina siendo el más grande pervertidor. Lo contrario es lo que, me parece, en la poesía puneña actual nadie se atreve a hacer. Lo harían si siguieran a Dante Nava: regresar al soneto. No imitar tanto a la vanguardia. Eso no habla bien de nosotros.

—En tu libro has visto personalidades de enorme perfil universal, muchos de los que tienen afinidad con la narrativa. ¿Has visto algo que tenga que ver con ella en Puno?
—Actualmente no. Pero, volviendo a “El Pez de Oro”, mezcla muchos géneros, es bastante complejo el libro.

—“El Pez de Oro” es una especie de cóctel de géneros. Están la poesía, el drama, la narrativa… Para ti, ¿qué es? ¿Cómo lo defines?
—Aunque la comparación es bastante mala, al pensar en ese libro y después de leer “Finnegans Wake”, de Joyce, se me vino a la mente “El Pez de Oro”. Es un libro bastante oscuro, pues hay una intención totalizadora que quiere captarlo y hacerlo todo, ser el libro total, y a mí me parece un mérito acertado de parte de Churata.

—“El Pez de Oro” es un libro incógnito en la currícula de la Educación Básica Regular...
—Es curioso ¿no?, a propósito de las currículas, que cuando estamos en el colegio, nos enseñen a Tolstoi, a Dostoievski, a Balzac, a Shakespeare; eso es realmente irónico, porque son autores clásicos, probablemente los más difíciles. Un escolar difícilmente va a captar a Shakespeare. Antes de hacer leer a este tipo de autores, deberían poner a autores más accesibles.

—Por ejemplo…
—Bolaño, Julio Ramón Ribeyro, son autores que nos enseñan a que nos guste la literatura.

—¿Y “El Pez de Oro”? ¿En cuál de los planos lo ubicamos?
—En él participan muchos géneros literarios, ¿no? Me parece que difícilmente se podría ubicar…

—¿Si un chico de la secundaria te preguntara qué es “El Pez de Oro”? ¿Es una novela, es un cuento, es un poema, un ensayo? ¿Qué es “El Pez de Oro”? ¿Cuál sería tu respuesta?
—Quizá es un esperpento en el que el autor quiere fundir todos los géneros, porque es necesario. Pero no. Pienso que sería difícil explicarle a un escolar sobre el libro.

—Una pregunta difícil que los docentes tendrían que resolver, en todo caso, ¿no?
—Sí.

—Por otra parte, en la elaboración del ensayo, ¿hallas alguna particular complejidad, dificultades, gajes del oficio?
—Honestamente, es bastante difícil; exige bastante rigor.

—¿Algún caso?
—Por ejemplo, no pude acceder a las obras completas de Dostoievski, ni en la biblioteca ni en la universidad, y es extraño. Eso, para el ensayista, en el Perú, es un gran problema. No tenemos bibliotecas completas, carecemos de buenas bibliotecas.

—Estamos en medio de una especie de orfandad, yermo de la bibliografía, al menos en Puno, para poder desarrollar con mayor fuerza la crítica.
—Sí. Cuando no hay bibliografía, es muy difícil trabajar el ensayo.

—Gracias, Elvis.
—A ti las gracias, Armando.


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