Tras seis meses de silencio, el padre Carlos Alberto Londoño Henao rompió su silencio sobre el supuesto embarazo a una señorita corista. ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Por qué el obispado puso su cuota para agrandar el escándalo? El encadenamiento de hechos da mejores luces sobre un escándalo morboso que sirvió para tapar un escándalo de supuesta corrupción.
FUE OPORTUNA
La denuncia del supuesto amorío que circulaba a fines de enero llegó como una bendición para el obispo de Puno, Jorge Carrión Pavlich y su mano derecha, Alex Cano puesto que justamente el 31 de enero se publicó en la Revista Caretas que estaba citado de grado fuerza para responder sobre un caso de lava do de activos, robo de bienes de la iglesia y tráfico de inmuebles.
INICIO DUDOSO
A fines del año 2025 Los Andes se contactó con la señorita Rubi. Ofreció toda la información sobre el caso pero no tenía una imagen o prueba de una relación directa con el religioso. También fue ambigua con la marcha de su embarazo y mostró la imagen de una prueba de orina como la supuesta demostración.
Brindó documentos a varios periodistas y, en los primeros días del mes de febrero presionó aún más para que se publique su caso. “Presenté mi denuncia al Canciller del Obispado”, decía.
EL CANCILLER
Por esas fechas, Los Andes se contactó con el Canciller Alex Cano quien se mostró extrañamente accesible. Admitió que la denuncia existía y hasta reveló algunos detalles. Cuando se trata de escándalos, la iglesia es muy hermética. No sueltan dato alguno, nisiquiera fuera de la entrevista pero con el caso de Rubí fue muy diferente.
LA BOMBA Como se decía, días después de la revelación de Caretas arre ciaron las llamadas de Rubi para revelar el caso. Fue un medio escrito que soltó la “Bomba” un 14 de febrero, justo en días en los que el caso que involucraba al Obispo y a su mano derecha empezaba a tener repercusiones en la región.
ERA FÁCIL DESMENTIR
En marzo, la señorita Rubi comenzó a brindar entrevistas a los medios de comunicación. El público se apresuró a lapidar al religioso y el Obispado anunció su separación. Del caso de presunta corrupción y sustracción de bienes de la iglesia no se supo más y todas las cámaras apuntaban a la joven.
Para entonces, como mínimo la joven tenía 4 meses de embarazo pero no habían señales en su cuerpo. Su vientre no mostraba un solo abultamiento y desde abril, comenzó a deslizar que “perdió al bebé” aunque antes también había insinuado un aborto dado se manas atrás.
EL MUDO
La circunstancia era oportuna para desbaratar lo dicho por la señorita, pero el padre Carlos Londoño guardó silencio y evitaba contacto con la prensa. Tampoco se sirvió de Onda Azul, una emisora bajo control del Obispado, de gran alcance y credibilidad para difundir su versión de los hechos. Los videos de él con signos de ebriedad dan cuenta de algún desliz que, finalmente, fue útil para tapar un escándalo de proporciones bíblicas en la iglesia.