Escribe: Héctor Tintaya Feria
Hoy asume Donald Trump y, aunque parezca un tema lejano y ajeno, está muy presente en nuestra vida actual y no sólo política o económica pues lo que haga o deje de hacer los EEUU en esta nueva era incierta del multimillonario republicano, va impactar de muchas maneras en nuestra sociedad. No sólo se trata de lo que ya hemos visto que se va acrecentar como es la lucha geopolítica por ganar el Pacífico entre China y los EEUU, sino también en lo que culturalmente está siendo una pelea sin cuartel como son los medios e internet y el impacto cultural en el mundo.
Un ejemplo es la plataforma China Tiktok, la que más ha crecido en los últimos años en el mundo y que le está ganando la posición en occidente a los otros grandes conglomerados como son Facebok, Instagram o X, cuyos propietarios Mark Zuckerberg y Elon Musk apoyan abiertamente a Trump, política y económicamente porque se ven amenazados no sólo en términos comerciales sino por algo que tal vez represente de manera más clara la decadencia del modelo occidental o capitalista. Negocios y consumo.
Algunos sospechan que está lejos determinar que la caída del imperio americano está muy lejos de verse, más aún si ganó Donal Trump, lo que reforzará su modelo económico proteccionista y hasta nacionalista contrario a los valores añejos del capitalismo liberal puro.
Que esta caída representa sobre todo la batalla cultural incluso más importante que la económica. Es ahí donde Tiktok ha desnudado de manera juvenil e instantánea las debilidades del sistema occidental. Lo ha hecho utilizando los criterios del consumo e internet.
No es casualidad que en EEUU a cada rato haya exigencias desde sus dirigencias políticas para que se restrinja esta plataforma. De hecho, lo hizo Joe Biden y ayer nomás, Trump apabullado seguramente por las críticas de sus propios ciudadanos, le ha extendido el plazo para que sigan operando en su país. Aluden los “yanquis” que se trata de resguardar su seguridad nacional, una vieja artimaña que han utilizado cuando se trata en verdad de cuidar sus intereses económicos y claro, culturales también.
Décadas atrás la batalla cultural se basaba en estrategias más tradicionales y ortodoxas, pero ahora están en plano de las plataformas que te pueden mostrar un mundo de fantasías y sueños, pero también de miserias y manipulación.
En esa batalla esperemos que los sistemas educativos estén a la altura de guiar las rutas de los estudiantes influenciados por los contenidos de todo nivel y ámbito que ahí conviven y circulan.