En mayo, el altiplano puneño es escenario vibrante de tradición y esperanza en la denominada fiesta de los sueños que tiene sus orígenes en tiempos prehispánicos y es hoy una expresión viva.
Escribe: Zenaida Zea Olivera
El 3 de diciembre de 2016 el Ministerio de Cultura declaró a la Feria de Alasitas y las Miniaturas como Patrimonio Cultural de la Nación, en mérito a su expresión cultural de raíces prehispánicas que resalta la fusión de la cosmovisión andina con influencias occidentales.
La Feria de las Alasitas se convierte en el refugio de artesanos de Pucará, J.D. Choquehuanca y otras localidades que exhiben una fascinante variedad de miniaturas. Casas, títulos universitarios, vehículos: cada objeto refleja los deseos más profundos, que, con fe, se buscan materializar.
Además del Ekeko, la feria se innova cada año con figuras, como sapos, elefantes y más. Los yatiris, o sabios andinos, realizan rituales de purificación.
Uno de los artículos emblemáticos son las mini casas, símbolos de la esperanza de tener un hogar propio. En Juliaca y Puno, se pueden comprar terrenos, titularlos y realizar rituales de “challa” para su construcción.
El promotor cultural, José Morales Serruto, señala que antiguamente en Puno se realizaba el ritual del “Alaka”. Este rito se practicaba en el cerro Azoguini y Machallata, extendiéndose después a la Santísima Cruz 3 de Mayo del barrio Bellavista. Con la influencia de la Iglesia Católica, se trasformó en lo que hoy se conoce como la festividad de Las Alasitas.
EL EKEKO
El historiador René Calsín explica que el término “Ekeko” proviene de dos voces puquinas que significan “padre” y “ku”. Esta figura fue posteriormente adoptada por las culturas quechua y aimara, manteniendo su importancia simbólica en las tradicio nes andinas.
Según el cronista Felipe Huamán Poma de Ayala, el Ekeko pertenecía a un subgrupo inca vinculado a la abundancia. César Suaña añade que este dios andino es considerado ambiguo: puede otorgar favores o castigar, dependiendo del trato que reciba de quienes lo veneran.
En su libro “Dioses y mercados de la fortuna”, el investigador Juan La Serna señala que la fiesta del Ekeko y las Alasitas provienen de las culturas prehispánicas como Pucará y Tiwanaku. Los aimaras adaptaron estas creencias a sus deidades de prosperidad.
A fines del siglo XIX, el auge económico impulsó la venta de miniaturas en las ferias. En el siglo XX, la festividad de Alasitas evolucionó de un ritual de prosperidad a una feria comercial de sueños. El Ekeko se consolidó como el símbolo fetichista de los deseos materiales.
Durante la época colonial, la figura del Ekeko experimentó un sincretismo con elementos de la cultura española. La representación actual del Ekeko, como un hombre pequeño, regordete, vestido y cargado de mercancías.
José Morales, citando al jesuita Ludovico Bertonio, señala que la figura del Ekeko se distorsionó en Bolivia, representándolo como un personaje robusto con un cigarro en la boca. Se cree que frotar su joroba otorga prosperidad, mientras que frotar sus partes íntimas concede fertilidad a las mujeres.
FIESTA DE LAS CRUCES
René Calsín explica que antes de la Fiesta de las Cruces, en el calendario inca, se celebraba el Aymoray Quilla (Luna de la cosecha), para agradecer la abundancia de los cultivos. Los antepasados se congregaban en los Apus celebrando la productividad de las tierras.
Con la llegada de los españoles, impusieron cruces de madera en las apachetas de los Apus, reemplazando así la antigua celebración del Aymoray Quilla por la fiesta de las Cruces del 3 de mayo. Esta transformación marcó el cambio de una festividad agrícola a una reli- giosa.
Dato.
En los primeros días del mes de mayo en los cerros Santa Cruz y Huaynarroque de Juliaca se instala la feria de las Alasitas, al igual que en el barrio Bellavista de Puno.
La fiesta de la ilusión despierta la esperanza de todo un pueblo.