La Agenda para el Desarrollo de Arequipa 2023–2026 fue concebida como un documento técnico y ciudadano elaborado por las tres principales universidades de la región: San Agustín, Católica de Santa María y Católica San Pablo, para orientar a las autoridades en la conducción de la región.
Con más de 100 páginas, recoge propuestas en infraestructura, salud, educación, economía, seguridad y medioambiente, y nació con la promesa de ser un compromiso compartido de la academia para aportar a un desarrollo humano integral. Sin embargo, a mitad de su periodo de vigencia de un año y medio, las metas están lejos de concretarse.
El rector de la Universidad Católica San Pablo (UCSP), Alonso Quintanilla Pérez-Wicht, fue enfático al señalar que: “Se ha cumplido poco, no más del 20 % de la Agenda. Ahí tenemos una tarea todos, no solo para el gobernador, sino también para los alcaldes provinciales, distritales, universidades, colegios profesionales, gremios y medios de comunicación”. BRECHA La brecha entre lo planificado y lo ejecutado es visible en varias dimensiones.
En salud, la Agenda planteaba campañas masivas contra la anemia y la universalización del aseguramiento con un SIS fortalecido. Hoy, los índices de anemia infantil en la región se mantienen elevados y la infraestructura hospitalaria sigue rezagada. El rector lo resumió como “un problema grave que debe abordarse de manera inmediata”.
En movilidad y medioambiente, el plan proponía la modernización del transporte público con buses ecológicos, la reorganización de rutas, la construcción de autopistas alternas a Uchumayo y la culminación de la autopista La Joya. Nada de eso se ha consolidado. “El tránsito es otro problema serio que requiere respuestas inmediatas”, señaló el rector. El tema de la seguridad ciudadana tampoco muestra avances significativos.
La Agenda planteaba digitalizar denuncias con una plataforma “Denuncia fácil”, implementar centros de atención para víctimas de violencia y fortalecer la coordinación entre serenazgo y policía. La ola criminal, reconocida por el rector, crece más rápido que las medidas para contenerla.
En el ámbito de infraestructura estratégica, los retrasos son aún más evidentes. La construcción del megapuerto de Corío, la modernización del aeropuerto Alfredo Rodríguez Ballón, el aeropuerto de carga en La Joya o la expansión de represas son proyectos que, a mitad de periodo, ni siquiera cuentan con cronogramas definidos.
Es casi seguro que no podrán culminarse hacia 2026. Sobre los proyectos productivos, el rector fue optimista en destacar que Tía María, Majes Siguas II y III, Zafranal y Puerto Corío podrían cambiar radicalmente la economía regional. “Si tuviéramos estos proyectos en funcionamiento, Arequipa alcanzaría pleno empleo y un crecimiento de 7 a 8 % de su PBI, muy por encima de la media nacional”, subrayó. Pero las trabas legales, sociales y técnicas impiden que se vislumbre su ejecución en el corto plazo.
El rector también reconoció un problema estructural: la falta de articulación con el Estado central. “Lamentablemente hay un alejamiento con el Gobierno en Lima. Acá en Arequipa no lo percibo, porque cada vez que tocamos la puerta nos atienden, pero hay problemas técnicos y de equipo humano que no son fáciles de resolver”, afirmó.
AGENDA
La proyección hacia el 2026 no es alentadora. De la lista de propuestas de la Agenda, difícilmente podrán cumplirse en este periodo la culminación de la autopista Arequipa-La Joya, la construcción del megapuerto de Corío, el desarrollo del aeropuerto de carga, la ampliación de represas en 20 %, la consolidación de un parque eco-industrial y la instauración del enfoque STEAM+H en todos los colegios de la región.
Son metas de largo aliento que requerirán continuidad más allá de la gestión actual. El rector de la UCSP concluye que, sin una verdadera articulación entre autoridades, sociedad civil y academia, la región seguirá acumulando diagnósticos y postergando soluciones. “la Agenda es una tarea de todos”.

