Por Walter Castillo Chávez
Los peruanos somos espectadores de cómo el Poder Ejecutivo (Vizcarra con sus ministros) y el Congreso se enfrentan solo aparentemente, en una lucha sin cuartel.
Porque parlamentarios apristas, fujimoristas, becerriles y letonas (en su mayoría), cuando se trata de dar leyes que favorecen a los poderes fácticos, y especialmente a transnacionales, monopolios y oligopolios (AFP, mineras, bancos, etc.), firman juntito a Vizcarra sin chistar.
Pero como los peruanos cada día son menos manipulables y se cansan del cuento de esta “democracia que no se come”, y las encuestas ya no pueden maquillar las cifras a medida de Vizcarra, para sobrevivir, él y su gobierno (marca PPK), plantearon una ‘cuestión de confianza’.
Envalentonado, amenazó con disolver el Congreso si éste no aprueba cinco proyectos de reforma política que no beneficiarán directamente al pueblo, sino, a la impresentable clase política dándole más poder al poder.
Los congresistas, haciendo pataleta, lo tildaron de dictador por lo que consideran una violación de su derecho a legislar.
Claro está que ni ellos ni Vizcarra se atreverían a aprobar la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción contra el Estado, ni la derogación del artículo 62 de la Constitución, que favorece al capital extranjero y a los dueños del Perú.
Y después de un día y medio de ‘trompeadera’ verbal, transmitida por TV, el final fue simplón. El Congreso dio voto de confianza al Poder Ejecutivo y Martín no lo disolvió, a pesar que la mayoría de peruanos lo deseaba.
Como premio, el Congreso le aprobará uno que otro de sus proyectos, pero a Vizcarra le costará muelas lograr que la bendita inmunidad parlamentaria no siga blindando a impresentables como Yesenia Ponce, Edwin Donayre y una larga fila de indeseables y lobbystas, que se metieron al Congreso para librarse de la ‘chirona’ y seguir rapiñando.
El Presidente volverá a subir en las encuestas que le darán oxígeno un tiempo; los del Congreso, un tanto chamuscados, volverán a las andadas pero sin soltar la teta de la ‘res pública’, y para el pueblo, como siempre, ‘agua y ajo’.
*Educador y periodista