Minería en Madre de Dios entre la desidia y la esperanza

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El tema es lograr realmente separar la paja del trigo, es decir, aclarar la actividad que puede realizarse con el apoyo del gobierno nacional y regional, y la que no; la pasada interdicción no distinguió a los sujetos y de allí entre otras razones que se considera a este sector como un todo ilegal.

José Farfán Estrada *

César Vallejo, nuestro poeta universal, en los últimos meses del año 1937, escribió su poemario “España, aparta de mí este cáliz”. Se inspiró en el pasaje de los Evangelios, cuando Jesús temeroso y dudoso de sacrificarse por amor a la humanidad o evitar los sufrimientos físicos, se dirige a Dios, diciéndole “padre (si puedes), aparta de mí este cáliz”. Nuestro poeta describe el sacrificio y el martirio de la fratricida guerra civil española, pero a la vez expresa su esperanza de que renazca una nueva luz, de manera similar a la resurrección de nuestro señor Jesucristo.

La minería en Madre de Dios, la desidia y el dejar pasar, dejar hacer, inexorablemente trae consecuencias negativas; la inacción del gobierno nacional-regional y de quienes sí pueden formalizarse, lo único que genera es el triunfo de la minería ilegal, el descrédito de la región, la afectación ambiental, el mercado negro de minerales, corrupción, delincuencia y otros males. Requerimos, al igual que en pasaje bíblico y tal como inspira el poema de nuestro poeta universal, renacer, resucitar la esperanza de un pueblo y una población migrante golpeada, desilusionada, engañada y también víctima de su propia inacción.

Así de claro, en Madre de Dios hay: 1) una zona admitida para minería, esto de acuerdo al Decreto Legislativo 1100, que en su tercera disposición complementaria y final así lo establece y detalla con coordenadas UTM en el anexo pertinente. Esto fue establecido en el gobierno del presidente Ollanta Humala y siendo ministro del Ambiente el señor Manuel Pulgar Vidal; actualmente, en esta zona existen 4,627 empadronados en el Registro de Formalización del Ministerio de Energía y Minas (nadie más), agremiados en la Federación Minera – FEDEMIN y a esta zona se le denomina habitualmente como el “corredor minero”; y, 2) quienes están fuera de esta zona, no son legales, están prohibidos de laborar, son ilegales y objeto del poder coercitivo del Estado; pero el grueso de toda esta ilegalidad se encuentra en “La Pampa”, dentro de la reserva Nacional de Tambopata,  su trascendencia mundial hoy es de tal magnitud que Wikipedia la define como: “La Pampa es la denominación de un área geográfica ubicada en Perú, entre el kilómetro 98 y 115 de la carretera Interoceánica en la región Madre de Dios, provincia de Tambopata. En esta zona se ubica varios campamentos mineros. La principal actividad económica está relacionada con la minería”.

La población generalmente no distingue estas diferencias y cree que toda la actividad es ilegal. El tema es lograr realmente separar la paja del trigo, es decir, el que puede realizar actividad debe poner de su parte y con el apoyo del gobierno nacional y regional “distinguirse del ilegal”, realizando una actividad razonable; la pasada interdicción no distinguió a los sujetos y de allí entre otras razones que se considera a este sector como un todo ilegal. Lo que sí debe quedar claro es que a los ilegales de la Pampa debe aplicarse todo el peso de la ley, lo que implica acciones militares a gran escala, con estrategia y persuasión; no hay más ciencia, tan simple como eso.

Sin embargo, hoy como en los últimos diez años, los vaivenes respecto de la minería en Madre de Dios, van desde proscribir totalmente la actividad, llevarla a cabo limitadamente, no meter a todos en un solo saco, eliminar la minería ilegal de la Reserva Nacional de Tambopata (La Pampa), prohibir el ingreso de combustible, interdictar dragas y maquinarias, destruir campamentos, detectar los puntos de venta de mercurio, encontrar a los traficantes de oro, perseguir proxenetas, evitar el trabajo infantil, rescatar a mujeres víctimas de trata de blancas, evitar las disputas y superposiciones con castañeros, con comunidades nativas, evitar la migración de las regiones de sierra, perseguir a los mineros más prominentes, evitar la circulación de botes por los ríos, cortar el fluido eléctrico en la región para evitar el uso de energía, sobrevolar las zonas impactadas, culpar a los constructores de la Interoceánica por la facilidad del desplazamiento a otras ciudades, formalizar a los formalizables, capacitar en métodos de explotación sin mercurio, corrupción, culpar a funcionarios bien intencionados, denuncias de lavado de activos, robos y muertes todos los días, inseguridad y delictividad incontrolable… La lista de males tal vez quede corta.

Lo cierto es que, como país, tenemos una herida abierta, una deuda con la amazonía y con la región Madre de Dios. “¡Formalícense los que pueden formalizarse!”, decíamos con el presidente de la Federación Minera; el día que haya un formalizado por minería, debería ser fiesta nacional; bueno, a la fecha ya son dos. Por irrisorio que parezca, es un primer paso, después de tantos años; ajustemos las tuercas y pongamos el motor en marcha, lo peor es la indiferencia y el dejar hacer, dejar pasar, ya lo decía el milenario pensador chino, Confucio: “Lo único que no se recupera nunca en la vida cuando se pierde es el tiempo transcurrido”.

*  Coordinador de Gestión Territorial y Recursos Naturales de REMURPE

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