HUARACAZO
Por: Héctor Tintaya Feria
Hay una rivalidad insalvable que más que política es social. El centralismo que representa Lima se ha tornado intolerable e indigerible no sólo para gobernar sino para un proyecto nacional. No sólo le pasa con Arequipa sino con cualquier región qué, por más que se diga que es la hermana mayor por recibir a todos los que migran, asfixia su egocentrismo traducido en todos los políticos y líderes, pero incluso con los que se “alimeñan” por ser capturados, “ascenso” social o porque en verdad creen que moverse en esas lides podría cambiar el destino de sus regiones y esto a la luz de los hechos ha sido un fracaso.
La conflictividad desde hace años con este modelo que representa Lima se ha vuelto el mayor de los obstáculos y por eso la reacción político – militar en muchas ocasiones atendiendo al estigma capitalino que, todo provinciano que se “opone al desarrollo” es porque es ignorante o no está leyendo el mundo y hay que alinearlo a las buenas o a las malas. Este es el cliché en el que se basa, por ejemplo, al sostener que el sur es radical y conflictivo, a diferencia del norte. A pesar que esto es una entelequia pues se ha demostrado que estas regiones son más competitivas que la propia Lima (IPE), se van a utilizar seguro estos argumentos para oprimir a los que se oponen al proyecto Tía María en el Valle de Tambo.
Hace unos días, para intentar darle una salida, aunque signifique de largo aliento se ha planteado la solución de creación de Estados Federales peruanos para crear un verdadero proceso de autonomía, respetando el vínculo nacional, con el fin de terminar con este enfrentamiento social que va repetirse en cada lugar que aparezca un proyecto económico de gran importancia nacional. Aunque suene ilusorio, pues es evidente que el centralismo lo va llevar por la afrenta nacional para desprestigiar la propuesta, habría que recordar que muchos países tienen este modelo y no pierden su identidad. México y Brasil son dos ejemplos cercanos.
Más allá de las causas ambientales, de los riesgos de Southern, de la incapacidad, lobby y corrupción en torno a este nuevo impulso de reactivar Tía María, hay un alto grado de desconfianza social frente a lo que representa que manejen el proyecto desde Lima. Y no hablamos de los porcentajes de impuestos que se le devuelven a la región que suma a esta negativa en torno al proyecto cuprífero, sino de un odio histórico, vísceral entre regiones que la política no ha podido resolver y muy al contrario la ha agudizado.
Es un camino muy largo para transformar en federaciones a las regiones. Implica unir territorios, nueva demarcación, apelar al consenso, historia y la educación, pero en el futuro es tal vez la única posibilidad viable que debería impulsarse desde la política regional. Lamentablemente en provincias como en Arequipa nuestros líderes hablan de regionalismo, pero desde una óptica folclórica muchas veces colonial y hasta por caricatura. Así les enseñó a estas generaciones de políticos, Juan Manuel Guillén, a reírse sin daño de nuestra supuesta autonomía por el hecho de hablar distinto y tener nuestro “pasaporte”. Hasta ahora ese es el mayor logro de ser “independientes”.