“Campanitas de San Lázaro, de voces tan cantarinas, regalan tanta alegría”, se oyó ayer en el salón consistorial de la municipalidad provincial, en el segundo y último día de velatorio de los restos mortales del arequipeñista Juan Guillermo Carpio Muñoz.
Es la letra de uno de sus yaravíes, y lo interpreta Rafael Toledo Dávila, como parte del homenaje póstumo al reconocido arequipeño.
La ceremonia inició a mediodía, pero desde muy temprano las sillas distribuidas en dos frentes fueron ocupadas por sus familiares, autoridades y amigos, entre ellos, el historiador Eusebio Quiroz Paz Soldán.
ILUSTRE
“Me dio tristeza que cuando fui a pedir que don Juan Guillermo sea declarado Hijo Ilustre de Arequipa, me dijeron que primero tenía que morir”, expresó entre sollozos, Toledo Dávila.
Al oirlo, el alcalde de Arequipa Omar Candia Aguilar, respondió al joven intérprete que don Juan Guillermo recibirá tal distinción.
Concluido el acto, un grupo de 6 personas llevaron en hombros el féretro de Carpio Muñoz hacia la Plaza de Armas.
Allí, la banda sinfónica del Colegio Indepedencia acompañó con diversas melodías, junto con una delegación de la promoción 1963. El numeroso grupo dio una vuelta a la plaza mayor de la ciudad.
Se informó que los restos serían cremados y permanecerán junto a su familia. Ese fue el deseo del hijo ilustre de Arequipa. Hasta pronto don Juan Guillermo Carpio Muñoz.