Jhon Edison (Juliaca, 22 años). Doctora, estoy en una situación horrible, fea, espantosa. Pero también en un momento decisivo y único, que determinará mi futuro, mi vida y mis sentimientos. Un momento que puede ser el más hermoso de todos, como también el más doloroso.
Pasa que mi pareja, Lucía, me está pidiendo la prueba del amor. Y aunque la quiero con toda el alma, no sé cómo se sentirá “eso”. Es que nunca he tenido relaciones sexuales, nunca. Y temo, ya sabe, todo lo que ello involucra.
Cuando conocí a Lucía, me asombró sobre todo su locuacidad y comicidad, además de su soterrada empatía y gran círculo social. Lo nuestro no fue, ciertamente, amor a primera vista; demoró un poco, como todas las verdaderas historias de amor. Comenzamos a hablar mejor cuando comencé a laborar en una revista mensual, donde ella también estaba, pero desde ya hace mucho tiempo.
Un día, mientras tomábamos un vino, ella se me declaró. Sí, fue ella. Lo hizo con un imprevisto beso, largo y sensual. Luego de ello, nos escapábamos a provincias y distritos lejanos de Juliaca, donde realizábamos trabajos diversos, pues entendíamos que lo nuestro, pese a ser evidente, no era aceptado seriamente por nuestros colegas.
Ella es una persona bonachona, alegre, vigorosa. Tiene 32 años bien ganados, los cuales se notan en su “pancita redonda y chelera”, como ella misma dice. ¿Por qué, entonces, tengo tanto miedo? Porque, cuando está “picadita”, tiene arrebatos de amor: me besa con fuerza y me manosea toscamente. Y yo soy menudo, delicado, como son los poetas de verdad. Sí, soy poeta… Considerando todo esto, temo que las relaciones que me pide sean, literalmente, forzadas. Me corroe el miedo.
MAYU RESPONDE:
Confiésale tus temores, Jhon. Ella no te comerá. Y si, como parece, es más experimentada que tú, pues aprovéchalo y disfruta ese momento único. Disfruta tu sexualidad, piensa en frío y sé, sobre todo, responsable.