Escribe: Oscar Enrique Pino Ponce
El Consejo de Coordinación Local (CCL) se creó como instancia para “garantizar la transparencia y supervisión del uso de recursos públicos”, es decir una forma de ejercer la fiscalización de las decisiones del alcalde, en muchos casos sea por malos asesores o haber “inflado” en demasía su ego personal, lo empujan a tomar decisiones erráticas.
En el caso de Arequipa está compuesto por 18 representantes de diversas instituciones gremiales, solo 2 dirigentes del sector Turismo de Arequipa, representantes de los gremios de Agencias de Viajes y Hoteles. Los CCL, aunque tienen buenas intenciones y pueden ser útiles para fomentar la colaboración entre diferentes actores en un territorio, pueden presentar ciertos problemas o desventajas como:
La existencia de una burocracia excesiva: A menudo, estos consejos generan trámites y procesos largos que ralentizan la toma de decisiones o implementación de soluciones.
Falta de representación equitativa: No siempre todos los sectores de la comunidad están adecuadamente representados, lo que puede derivar en decisiones que beneficien a unos pocos y no reflejen las necesidades generales. En el caso particular del turismo, la inequidad es evidente 16 contra 2, y si relacionamos con la crítica problemática del Centro Histórico de Arequipa como parte de la oferta turística empresarial, es más preocupante aún. Similar desequilibrio se repite en entidades como AUTOCOLCA, CANATUR, o Consejos Consultivos de Turismo, en los que el sector empresarial, especialmente el provinciano, tiene una mínima representatividad.
Otro escollo es el conflicto de intereses. Es común que haya tensiones entre los diferentes participantes debido a intereses políticos, económicos o personales que dificulten alcanzar acuerdos, especialmente en lo último, cuando la autoridad se distrae por escandaletes personales y familiares descuidando obligaciones de su gestión.
Ineficiencia en la implementación: Los acuerdos o propuestas generadas pueden quedarse en el papel por falta de seguimiento, perseverancia, cambio de directiva o voluntad política.
Finalmente la falta de comunicación, puede desequilibrar la gestión. A veces la fobia o timidez ante la prensa inhibe a sus integrantes a informan adecuadamente a la población sobre sus acciones, lo que genera desconfianza o falta de apoyo comunitario creando conjeturas y especulaciones. En fin, esperemos un punto de quiebre en la gestión local con la intervención de la clase dirigencial y contribuir así a que los gobernantes tomen conciencia de que son responsables por lo que hacen y dejan de hacer.
