Javier Calderón
Qué duda cabe: La década ochentera fue una de las más violentas en el país. Paralelo al inicio de gobierno del arquitecto Fernando Belaúnde Terry, el Partido Comunista del Perú, conocido como Sendero Luminoso (PCP-SL), había también marcado el inicio de tiempos de terror en diferentes partes del Perú. Puno no fue la excepción.
Pero en nuestro departamento, la organización criminal encontró una particular resistencia. Para fines de este artículo, citaremos únicamente la música y la danza. Sí, la violencia nunca melló el entusiasmo del puneño por cantar y bailar; la alegría y las ganas de vivir se impusieron al rumor de muerte.
Así, en un contexto aciago, en 1981, sale a la luz la primera grabación del Centro Musical Melodías del Altiplano, un ramillete con doce canciones, algunas inspiraciones de sus integrantes y otras del inmenso repertorio puneño. La dirección musical estuvo a cargo de Raúl Paniagua Escarsena, con el acompañamiento de virtuosos músicos nacidos en la Ciudad del Lago. En el primer Long Play, dejó también sus huellas Jorge Flórez Aybar, quien escribió en la contratapa: “Yo nací en el altipampa, tengo el alma de Los Uros, de sus totorales, de sus aguas convulsionadas. Nací para cantar a esta tierra americana, porque mi sangre es eterna tempestad de lucha”.
Esta grabación cumplió con creces su cometido. Contando ya con este testimonio musical, las presentaciones en diferentes actividades culturales fueron constantes y el reconocimiento del público motivó siempre los aplausos. De esta primera grabación destacan canciones como, Jilaqatas de Pomata, Tienes que Volver, Unión Puno N°2 del maestro Jorge Huirse, Puno Querido, Zampoñas del Altiplano, No Vuelvo a Querer, Eterno…Sueño, Recuerdos, Mi Preferido, Carnaval de Muñani, Infame Traidora y Tarpuy de Pucara. Una preciosa selección, por cierto; e inmejorable interpretación.
La Tierra de Artistas y Poetas, a pesar de las dificultades nunca se desarraigó de su portento natural, el arte. Evidentemente Melodías del Altiplano, no era la única agrupación, empero formaba parte de ese selecto grupo de representantes de la cultura puneña.
SEGUNDA GRABACIÓN
“Aquí llegan las Candelarias, Las Malicas, Las Alejandrinas. Salen como el agua de los manantiales a la flor, de las guitarras, lluvia que pone su cariño verde sobre los cerros, cariño de serpentinas, mantones y frutos nuevos. El cholo abraza la guitarra, la desnuda y le arranca todo el secreto de sus horas, y la preña con su luz indefectible, guitarra de sol y de yedra, guitarra puneña…”, es un pequeño extracto de la presentación que hiciera el poeta puneño, Omar Aramayo, a propósito del segundo long play de esta agrupación musical, “Fantasía Puneña”. Este registro se hizo en 1984, en la víspera del inicio de un nuevo gobierno en el Perú. La portada de este nuevo testimonio permite ver parte de lo que fue Puno en el ayer. Allí destacaban todavía los eucaliptos de las casas y en torno a estas robustas estructuras de madera, las comparsas pandilleras se alegraban en los carnavales puneños. Aquellas celebraciones de ilusión dejaban ver a las parejas bailar, abrazaditos, con emoción; ataviados de los más finos trajes, con mixtura y serpentina multiplicaban los colores de la alegría y acompañando, abrazando esa unión, estaban las notas de Melodías del Altiplano.
El recuerdo es la conexión con el pasado y una forma de encontrarse nuevamente con él, es a través de los registros musicales que nos han dejado los diferentes conjuntos musicales; esos discos de vinilo que ahora han vuelto al ruedo son pues el mejor testimonio de la calidad musical de los puneños. La segunda grabación de esta institución musical trajo once bellas interpretaciones, ellas son el puente con la década del ochenta: Fantasía Puneña, Cadencias del Ayer, Media Luna, Puno Querido, Poutpurri de Huaynos Pandilleros, Carnaval de Queñuani, Poutpurri de K’ajelos, Mi Golondrina, Que Nadie Sepa Mi Sufrir, Sentimiento Bohemio y Carnaval de Condoriri. La dirección musical estuvo a cargo también de Raúl Paniagua Escarsena.
Melodías del Altiplano, aportó a la música puneña y la nutrió de prestigio. Fueron sus integrantes, quienes a través de su talento canalizaron este hermoso legado, y es menester recordar por eso a Francisco Carrión Cusihuamán, Lucio Mamani Barraza, Alejandro Vilca Onque, Juan Atencio Apaza, Belizario Choquehuanca Condori, Santiago Mamani Mamani, Juan Ilaquita Galindo, Carlos Hayre, Santiago Jallo Escarsena, Rosa Vega Urrutia y Julia Apaza Ordoñez.