El origen del Ukuku se encuentra en la mitología andina: se trata de una criatura nacida de la unión de una mujer con un oso de anteojos, de los que hereda su sabiduría y fuerza, respectivamente.
Su condición de semidios le confiere la potestad de salvaguardar la buena conducta de su poblado, sin embargo, su principal función es la de escalar a los más altos nevados de la cordillera para picar un pedazo de hielo que bajará para la ceremonia de purificación del pueblo y de sus primeras cosechas. En los tiempos que corren, es durante la fiesta del Señor de Qoylluriti, en Cusco, (58 días después del Domingo de Resurrección), cuando los ukukus ascienden a los nevados en pos de las bendiciones.
Aquí una historia
El Ukuku es el oso gigante que se roba, enamorado, a Kukuli, una mujer del pueblo. La secuestró y tuvo un hijo, Alajo.
La mamá de Alajo lloraba y le decía: “Me quiero ir a mi pueblo, soy cautiva de tu padre. Él me puede matar y a ti también”. “Cuando yo crezca puedo matar a mi padre y te liberaré”, le dijo entonces Alajo. Y así fue, él creció, se hizo fuerte, podía romper árboles y montañas y cuando gritaba temblaba la tierra.
Y tal como prometió Alajo, un día asesinó a su padre y se llevó a su madre a su pueblo. Cuando llega allí todos aceptaron a Kukuli, pero de este ser mitad oso, mitad hombre decían: ‘no puede estar con nosotros, tú no eres gente, vete con los osos’.
Alajo se va a buscar a su pueblo de osos, pero estos lo botaron también. Entonces vivió solo, hasta que un día Dios se apiadó de él y le dio el poder de saber todo lo que pasa en la tierra y de ser su mensajero, con una imagen chiquita suya en la cintura, guardando el secreto eterno.
El Ukuku es un personaje mitológico presente de manera icónica en las danzas y festividades del Cusco, representa al Oso andino de anteojos, personaje que genera tanto picardía como temor, parte innegable de nuestra rica herencia en tradiciones folcloricas y cultura.