Inspecciones o la ley del tumulto

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Escribe: Oscar Enrique Pino Ponce

Las inspecciones inopinadas se han convertido en un instrumento de coacción, exacción y amedrentamiento contra el sector formal.

Sin embargo, es el sector laboral donde es más recurrente éste tipo de prácticas, que de formales ahora con tanto desgaste y manoseo se han convertido en informales.

Ley Nº 28806 Decreto Supremo Nº 019-2006-TR indica que “Toda persona, natural o jurídica, está obligada a proporcionar a la Inspección del Trabajo los datos, antecedentes o información con relevancia en las actuaciones inspectivas, siempre que se deduzcan de sus relaciones con los sujetos sometidos a la acción inspectiva y sea requerida para ello de manera formal”, pero a la burocracia no se le ha ocurrido ninguna innovación que haga efectiva su labor, es decir instalar un Call Center, una vía para denunciar anónimamente hechos delictivos para evitar represalias u otra forma de merecer la presencia del inspector.

Lo peor es que cuando se concreta la inspección, el tumulto de representantes llega a ser tan numeroso que lejos de promover la exhibición de documentación y requisitos, se convierte en aliciente para engrosar las filas de la informalidad. El agravante es que las acciones de exigencia de documentación, siempre van dirigidas al menos del 27 % representadas por la formalidad en el Perú, mientras tanto el 73 % restante sigue gozando de buena salud. Un hotel, restaurante u otro establecimiento público puede ser abordado por la tropa inspectiva como piratas del Caribe y espantar a la clientela para siempre.

En el Titicaca para poner un ejemplo escabroso, las lanchas de servicio turístico cuya navegabilidad es posible luego de sortear un sinfín de requisitos burocráticos, es normal que en medio del lago sea abordada la embarcación por una lancha de sea o no de la Marina de Guerra del Perú con todo una comitiva de inspectores de todo tipo de oficinas, cual película de Hollywood, causando por supuesto un shock entre sus pasajeros, y el asombro de su patrón de lancha como el Capitán Phillips durante su asedio por una banda de piratas somalíes.

No hay mucho que hacer cuando se presume la culpabilidad del empresario formal y la comisión de todo el código penal; y la labor pedagógica y preventiva del burócrata son simplemente un saludo a la bandera. Supongo que ahora en temporada playera los inspectores del MTC no marcarán la diferencia.

¡Arriba las manos, esto es una inspección!

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