La pandemia golpea más fuerte a las personas con discapacidad

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Desprotegidos y abandonados a su suerte, no recibieron el bono 760

Por: Gisela Vilca

“Si pudiera levantarme solo sería para quitarme la vida”. Esta muy dura frase sacudió el alma de Silva Aguilar Villa, presidenta del Consejo Nacional de las Personas con Discapacidad (Conadis)- Arequipa.

Son las palabras más tristes que le ha tocado escuchar y vivir durante la pandemia del covid-19.

Francisco Condori Solano (58) no puede caminar y yace en una cama. El  último 30 de octubre la llamó desesperado porque no puede trabajar y  solo su madre de 80 años lo atiende en el sector de California, en el distrito de Paucarpata.

Francisco  tiene discapacidad en las extremidades inferiores debido a que cayó del segundo piso donde vivía. Su trauma fue tal que la mitad del cuerpo está paralizado. El golpe no solo fue físico; también lo desmotivó y requiere ayuda psicológica. El estar inmóvil y no poder sostener a él ni a su mamá, cada día le causan daño emocional.

Respecto a su discapacidad, esta afectó su salud. Tiene escaras y  necesita  servicio de enfermería para que le coloquen un enema una vez a la semana; de lo contrario, no puede hacer su deposición.

Francisco no recibió el bono de 760 soles ni ningún subsidio, y la necesidad de víveres, carnes y otros alimentos es apremiante. Requiere sábanas, ropa de abrigo y necesita hasta de una enfermera para su cuidado; algo imposible por la extrema pobreza en la que vive. Su celular es el 951174517.

“Las personas con discapacidad necesitan apoyo en esta pandemia, Francisco, es uno de esos casos porque no tiene ingresos, ni bonos. Antes vendía bolsas y trabajaba en construcción,  hoy su madre  sale a vender bolsas de basura junto a un hermano menor y de esta forma junta apenas unos cuantos soles para preparar una sopa con patas de pollo”, cuenta Silvia Aguilar.

Esta es la realidad que viven varias familias que tienen integrantes con discapacidad comentó, la dirigente, tras pedir al Gobierno Nacional que brinde un bono para estos hogares.

OLVIDADOS. Cientos de personas son olvidadas por sus familiares y se refugian en las calles. A ellos no les ha tocado ni un sol de los bonos que fueron repartidos por el Estado a
personas en situación vulnerable.

UNA DESGRACIA TRAS OTRA

Silvia Aguilar cuenta que a muchas personas con discapacidad les ha tocado el subsidio estatal pero otras personas están cobrando por ellos y no llega a las manos de quien necesita ayuda. “Otros, pese a ser identificados no fueron beneficiados”, refiere.

“El último 28 de octubre el presidente de la República, Martín Vizcarra, anunció un presupuesto para  atender a las personas con discapacidad severa, algunos de ellos reciben una pensión del programa Contigo (S/300 cada dos meses), pero, ¿dónde quedan los demás casos moderados y dependientes? Todos necesitan apoyo porque muchos han perdido su trabajo o ya no pueden salir a vender sus caramelos a la calle por la pandemia”, dijo Silvia Aguilar.

LAS CIFRAS

En Arequipa hay 12 500 personas con discapacidad registradas en el Conadis, pero según el último censo del Inei 2017 hay 151 mil en toda la región. “Ellos sufren más si son pobres y no tienen recursos”, manifiesta Aguilar.

Son cinco discapacidades que existen; la física, la visual (ceguera), la auditiva (hipoacusia); intelectual (síndrome de Down, retardo mental, autismo, asperger); psicosocial o mental (esquizofrenia, paranoia, delirios de persecución y depresión) y finalmente las viscerales (que tienen enfermedad al corazón, hígado u otro órgano o raras).

Aclaró que la discapacidad no es una enfermedad sino, una deficiencia en el organismo o en el entorno físico que crean barreras, por ejemplo, una persona que no camina podría hacerlo sin problema si no tuviera problemas para desplazarse en su silla de ruedas. Pero el entorno no es accesible; en varias zonas no hay rampas ni para tomar el bus.

También hay barreras actitudinales, que contemplan a quienes no aceptan vivir con una persona con discapacidad.

Lo triste en esta pandemia del coronavirus, es que los casos de discapacidad han quedado relegados incluso en la atención. El hospital Honorio Delgado  solo atiende casos de covid-19 y el Goyeneche no se da abasto. Hay familias que viven con personas con discapacidad mental y son agredidos. Los peor es  que no tienen dónde llevarlos para su tratamiento, pues el Moisés Heresi y el centro de Chilpinilla están llenos.

ALIADOS

Los integrantes de ‘Corazones Mestizos’ liderados por  Viviana Curitumay son aliados del Conadis- Arequipa y apoyan casos sociales.

Ellos llegaron hasta el domicilio de Francisco Condori y le llevaron un colchón antiescaras. Pero la necesidad de Francisco es más. Él tiene tres hijos y una esposa que se fueron hace cuatro años a Moho (Puno), a los cuales quiere ver. A esto se suma que después del accidente no recibió terapia ni rehabilitación (fisioterapia). Requiere además una evaluación médica integral urgente para ver en qué condiciones está y esperan tener esta facilidad en el hospital Goyeneche que es uno de sus colaboradores.

También requiere  víveres y alimentos. Cualquier persona puede conocer el caso en el Facebook de Corazones Mestizos o llamar al 917806431.

MÁS CASOS

Pero este no es el único caso, hay otros como el de  Patricia Apaza (50) y Bárbara Nieto (28). Ambas tienen discapacidades múltiples. No por ello dejan de sonreírle a la vida.

La primera tuvo un accidente cerebrovascular isquémico, tiene diabetes, glaucoma alta y presenta cáncer de mama en estado III. Ella necesita un bastón canadiense.

La segunda presenta problemas en los huesos de los pies y usa muletas. Necesita una bota Duncker ortopédica.

Ambas  vendían golosinas, pero con la pandemia fue casi imposible. Requieren víveres y no tienen ningún tipo de subsidio económico. A esto se suma que no tienen vivienda  propia.

Ellas se ayudan una a la otra y viven juntas en Mariano Melgar. Necesitan que alguien las apoye, por ejemplo con un carro salchipapero para sostenerse económicamente y comprar parte de los implementos ortopédicos que les urge.

Ana María tiene 55 años y es otro caso de persona con discapacidad en abandono. Su coeficiente intelectual es de una niña de 10 años. Ana dormía en un basural en el pueblo de Miguel Grau, en Paucarpata, pero gracias a Corazones Mestizos hoy luce distinta y  vende golosinas en la calle para sustentarse. Probablemente el albergue San Vicente de Paúl la acoja. Actualmente los voluntarios le ayudan a pagar su alojamiento en un hotel.

Viviana, junto a otros 53 voluntarios y colaboradores brindan ayuda a estas personas con la donación que les llega y con lo que ellos aportan desinteresadamente, claman ayuda por estos seres humanos abandonados.

Incluso en los hospitales, como es el caso de Mirian Bustamante (problemas psiquiátricos) y Carlos Luza Quispe. Ellos fueron llevados a los nosocomios por sus familiares y allí los dejaron abandonados, como un objeto sin valor.

“Lo más triste que puede pasar es cuando tus familiares no quieren hacerse cargo”, sostiene Viviana con el rostro desencajado y la mirada perdida.

Sin duda se requiere no solo que las personas con discapacidad reciban un bono debido a la pandemia sino, que hayan albergues del Estado que los atiendan cuando son abandonados. Urge centros de salud mental para las personas que necesitan tratamiento y albergue. Antes esto se hacía en el hospital Honorio Delgado no  atiende estos casos porque es hospital Covid-19 y el Goyeneche ha colapsado.

Viviana junto a otros voluntarios apoyaron a pacientes contagiados durante la pandemia; entre ellos ancianos. Lo único que le queda de recuerdo es como vio morir a mucha gente porque  faltaba personal de salud para la atención.

Siempre recordará  a Fernandino, un adulto mayor que tenía el coronavirus y no fue atendido a tiempo porque se priorizaba a los jóvenes. Una dolorosa realidad.

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