Columnista: Walter Paz Quispe Santos
Walter Aduviri empezó su gestión con un buen capital político, pero poco a poco se fue desgastando. No necesitó de zancadillas de sus adversarios sino fueron errores propios de él. Es que Aduviri no es un político con experiencia sino un aprendiz, una de esas raras avis que prueba suerte en la política; hoy paga muy caro ese derecho de piso. Esas desavenencias lo notamos claramente en estos cien primeros días, sobretodo el recurrente uso que en política llamamos la estrategia de la auto presentación positiva y la presentación negativa de los demás, operación desesperada para pretender hacer creer que tiene una buena gestión. Para eso contrató un espacio radial para señalar que su gestión es “exitosa” y que había conseguido el 15% de ejecución financiera, y que no sabía por qué no le gustaba su gestión a los demás.
Un aprendiz de política como Aduviri, necesita escuchar a los demás, a sus opositores y sobre todo a la opinión de toda la población, porque la soberbia y la auto suficiencia falsa y aparentada no lo ayudará. El gobernador necesita de la crítica para corregir sus errores. Esa actitud es necesaria en los políticos, los más experimentados lo saben, la ciencia política lo recomienda y la población lo dice. Los errores de Aduviri tienen que ver con una mala decisión al elegir sus funcionarios de confianza, la mayoría de ellos con antecedentes negativos, las viejas prácticas políticas de clienteleaje político al colocar allegados en las obras casi siempre partidarios de los comités distritales y provinciales de su movimiento, el doble discurso que maneja en relación a la corrupción, la improvisación e informalidad con que dirige el gobierno regional, entre otros desaciertos que debería reconocerlos con humildad; pero no lo hace.
También aparece dentro de sus actitudes un Aduviri vengativo, sobre todo en estos últimos días donde utilizó a sus consejeros como si fueran marionetas para quitarle el sueldo a su vicegobernador regional; su ambición por controlarlo todo cual un caudillo lo pintan de cuerpo entero como un contestatario y poco reflexivo, posturas que tal vez vienen de sus avatares judiciales. Así como en el imaginario de la población está el Aduviri mentiroso, ese que maquilla cifras para sorprender arteramente y de manera efectista. Por ejemplo en el tema de la ejecución presupuestal que habría logrado, Aduviri no menciona el porcentaje del avance físico de las obras. En el club del pueblo o en el materno infantil y las demás obras no se han observado trabajos extraordinarios como redoblar las horas o incrementar personal para acelerar su avance; entonces queda claro que se han devengado de manera irreal compras o adquisiciones para quedar bien lIgeramente con la población en los cien primeros días. Eso es irresponsable. Tan irresponsable como señalar que ha conseguido presupuesto para el hospital “Manuel Núñez Butrón” de Puno.
En relación a un tema muy sensible como la corrupción tiene a un director de la DIRESA con una denuncia sobre una apropiación ilegal de un instrumental donado por la municipalidad de Huayrapata, su Gerente de Desarrollo Social no hace mucho le dio la razón a un colegio ilegal y clandestino en la provincia de San Román sin argumentos administrativos y jurídicos válidos, la Directora de la DREP viene haciendo prescribir los procesos administrativos de diez directores de UGELs, los contratos CAS del PREVAED han sido direccionados personal del entorno de su coordinador con excesos de licencias, hay un silencio cómplice sobre las presuntas coimas en la Dirección de transportes y en la Dirección de energía y minas, entre muchos otros.
Tal vez una buena gestión sobre el gas, o la Gerencia de Educación y Salud le devuelvan la confianza que le ha quitado la población. Todo está en las buenas decisiones del gobernador, si no quiere lamentar un fracaso irreparable en los demás días.