Escribe: Oscar Pareja Castro
A semana y media para celebrar la Navidad, una fecha que debe tener un significado especial para la comunidad cristiana por conmemorarse el nacimiento de Jesucristo, algunas autoridades la estarían viendo como la oportunidad precisa para beneficiarse. ¿Nos sorprende? Claro que no.
La semana pasada en diversas emisoras radiales, indignantes oyentes bajo el anonimato denunciaron que la gestión del gobernador Rohel Sánchez estaría exigiendo a los trabajadores imaginamos que a los CAS- llevar regalos para entregárselos a los niños más necesitados a través de diversas campañas de la Región.
La presunta iniciativa no tendría nada de malo si es que el aporte fuera voluntario y si las donaciones llegarían al destino correcto.
Indefectiblemente, este tipo de acciones nos trae a la mente un informe de la Contraloría de este año en el que se reveló que la gestión del gobernador entregó material de abrigo a poblaciones que no lo necesitaban.
Sí, aunque parezca absurdo y hasta miserable, según el informe que fue publicado por Diario Los Andes, la entrega de casacas y frazadas obedeció a “primeras piedras” o festivales para que Rohel Sánchez se dé baños de popularidad. Alucinante.
Las prendas que debían ser entregadas para las poblaciones más vulnerables de las zonas altoandinas donde el frío castiga sin piedad, acabaron por ejemplo- en manos de personas de los distritos de la provincia de Arequipa, como Cayma y Mollebaya, que no son jurisdicciones vulnerables y menos aún, altoandinos.
De acuerdo a aquel informe, hasta uno de los asesores del gobernador tuvo acceso a una parte del material y nunca reportó el padrón de beneficiarios. ¿Qué se llama a eso?
Lo real es que, hasta en Navidad, no se salvan las autoridades de la crítica. Y es que, para nadie es un misterio de los beneficios con los que se alzan varias de nuestras autoridades en sus distintos niveles.
¿Dónde radica uno de los actos más viles en estas fechas, y que algunos alcaldes y funcionarios de la administración pública lo saben? Es en pasar donaciones como compras.
Dicho de otro modo: “Me regalas un juguete, le genero una factura y lo hago ver como una compra. Al final ese dinero termina en manos del alcalde o funcionario público”.
Para no dejar rastros de la corrupción con la que actúan, a sus benefactores, en especial proveedores favoritos de determinada gestión se les exige que las donaciones sean entregadas sin comprobantes o cargos algunos, de ese modo, no hay forma de probar el delito.
Esta es la Navidad que muchas autoridades esperan con ansias, disfrazada de caridad y amor hacia los más necesitados, utilizando niños.