LGTBIQ: Lo bueno, lo malo y lo feo
Columnista: Benjamín Carrasco Laura
Hay que cuidarse hasta en la manera de decir si es él, los, la o las LGTBIQ. Efectivamente, el tema se ha vuelto muy delicado, de seguro más en ciudades grandes que en la nuestra, aunque esa realidad (la de las identidades sexuales) cada vez crece más en Puno.
Su reconocimiento y/o definición tiene más contradicciones entre sí y más de lo que parece; para esto es necesario repasar los significados, porque entiendo a unos y vemos cómo aprovechan los otros, esos derechos que van ganando.
«L y G” de lesbiana y gay, respectivamente, caen en la más correcta definición de personas homosexuales; una mujer que siente más atracción física por otra mujer e igual varones con varones.
A pesar de lo difícil que es para mucha gente, la convivencia con los/las homosexuales no es difícil; es cierto que existen patrones masculinos y femeninos en estas relaciones que dista de una relación heterosexual más “convencional”; pero de ninguna manera una persona homosexual tiene que ser etiquetada como escandalosa, estrafalaria o pintoresca: hay muchos homosexuales que no presumen o hacen parafernalia de su homosexualidad.
La situación se complica a partir de aquí, con las demás identidades; con los/las transexuales “T”, es menos entendible. Una persona homosexual se reconoce como varón y no pretende cambiar su sexo, lo único diferente es que le gusta de la otra persona del mismo sexo; los transexuales quieren cambiar de sexo porque piensan que el cuerpo con el que nacieron no es el suyo, aquí ya aparecen desórdenes en la autoestima. Por otro lado los bisexuales “B” se reconocen en su sexo, pero tienen el mismo deseo (o atracción física) por varones y mujeres, lo que resulta muy ilógico.
Los intersexuales “I” son los también llamados hermafroditas. Nacieron con condiciones de ambos sexos, es difícil que se definan como varones o mujeres, y aunque no nos guste, tiene a la ciencia y a otras especies como sustento.
Las luchas de la comunidad LGTB hasta hace algunos años han provocado mayor inclusión en distintos espacios, pero a esta lucha se ha colado una definición que parece parodia del anarquismo casi tan (a mi parecer) patológico como en el caso de la bisexualidad o transexualidad; lo Queer “Q”, que va más allá del género y la sexualidad, que buscan cuestionar las normas establecidas, no existen patrón masculino y femenino, activo o pasivo, el cuerpo es solo una arma política para “elles”.
“Una persona homosexual se reconoce como varón y no pretende cambiar su sexo, lo único diferente es que le gusta de la otra persona del mismo sexo; los transexuales quieren cambiar de sexo porque piensan que el cuerpo con el que nacieron no es el suyo”.