Fernando Chuquipiunta Machaca
Porfirio Mamani Macedo ha nacido en 1963 en Arequipa (Perú). Es doctor en Letras en la Universidad de la Sorbona. Se ha graduado también de abogado en la Universidad Católica de Santa María, y ha hecho estudios de Literatura en la Universidad de San Agustín (Arequipa). Ha publicado poemas y cuentos en varias revistas en Europa, Estados Unidos, Canadá y Latinoamérica. Ha enseñado en varias universidades francesas, como en la Sorbonne Nouvelle-Paris III, y en la Universidad de Picadie Jules Verne.
Aparte de su más reciente poemario “El poeta y la soledad” ¿qué otros libros escribió?
El último libro que salió publicado fue “La sombra y el camino”, en versión bilingüe como normalmente se me publica en estas tierras. Desde “Ecos de la Memoria” (1988), se han publicado varios de mis libros, tanto de poesía, cuento, novela, y ensayo. El único libro que tiene algo de autobiográfico es “Voz más allá de la Frontera”, referido a mi dura experiencia de mi paso por España a fines de 1991. Es una de las peores experiencias amargas y humillaciones que me ha ocurrido, hasta ahora. Este libro, así como el primero, fueron comentados por Jorge Cornejo Polar.
¿Cuál es su impresión al recibir la distinción Honoris Causa de la UNESCO?
Todo reconocimiento es siempre un estímulo a la labor que hacemos. Lo bueno es que cuando te cae así una noticia, por más pequeña o gran que sea, nos hace recordar que no en vano vamos por el mundo escribiendo nuestros versos, sea a orillas de un río, sea en un café solitario, sea en alguna biblioteca o donde se pueda. Este acto de reconocimiento me alegró mucho; aunque tal vez no lo merezca, lo recibí humildemente como un simple poeta.
¿Y qué nos puedes decir de la literatura peruana en París?
Queda el paso de los escritores que supieron dejar una obra como herencia, desde Vallejo a Ribeyro. No dudo que habrá otras voces que quizá logren pasar la frontera del olvido. En París se concentra la literatura de todos los continentes, se convierte así en una biblioteca abierta al mundo, y en esa vasta biblioteca, habrá seguramente alguna obra literaria del Perú.
¿Puede citar escritores nacionales y/o extranjeros que han influido en su gestión operadora?
Las influencias son siempre permeables. Hablar de esto es hablar de nuestras lecturas, aquellas que nos marcan para toda la vida. En mi caso fue “La vida es sueño”, y “El cantar del Mío Cid”, obras que leí a temprana edad, pero cuyas lecturas me formaron mucho, tanto en mi vida como escritor y en mi vida personal. He leído casi siempre por épocas, por temas, o grupos generacionales. No podría olvidar mis apasionadas lecturas de “La Generación Perdida”.
Alguna anécdota curiosa que haya ocurrido en su vida literaria…
Me han ocurrido muchas, pero la que se me viene a la mente, es aquella cuando se publicó mi primer cuento en el diario Correo, hace ya más o menos treinta años, en Arequipa. Pues un día sábado me atreví a hablar con el jefe de redacción, para entregarle mi cuento “El hombre”, y me recibió en la puerta de rejas, sin abrirla, y me preguntó qué quería. Yo tímidamente le dije que le había traído un cuento, y él me dijo: ¿Me ha traído una cuenta? Luego intercambiamos unas palabras y me dijo que regresara el sábado siguiente para decirme qué le había parecido el cuento. Pero el jueves, un amigo de mi papá le dijo que había leído mi nombre en el periódico. Se lo mostró, y así me enteré que se había publicado mi primer cuento. Desde entonces, y por varios años, escribí artículos para Correo.
Bien, a esta altura se impone una definición, ¿cuál debe ser el rol del escritor peruano en un país dependiente y subdesarrollado como el nuestro?
La escritura es libre y cada autor cumple con el compromiso de su propia escritura. Escribe lo que le dicta su alma, su conciencia, su instinto, su intuición, su experiencia o lo que lo inspire. Pero en un contexto como el actual, tan difícil y tan complejo a causa de la gran corrupción casi generalizada en las instituciones públicas, en un país donde los recursos naturales están siendo saqueados, porque los políticos corruptos los han regalado, en un país donde la pobreza es tan grande como grandes son los daños irreversibles que están creando las empresas extranjeras (petroleras, mineras), sobre el medio ambiente, destruyendo el hábitat de la gente, los animales y las plantas. En este contexto debemos ser críticos y defender a nuestro modo, la existencia y equilibrio de la vida sobre la tierra. Hace ya más de diez años que escribí el poema “Señor presidente, Conga No va”, y con la misma fuerza vuelvo a decir: No a la destrucción de nuestra Madre Tierra.
¿Algún mensaje para los jóvenes que se quieran dedicar a la literatura?
La lectura, mucha lectura, más lectura y más trabajo. Cada instante que pasa aprendemos algo, o nos perdemos hacia la fosa de la ignorancia. La ignorancia es un mal fomentado en estos tiempos, por extrañas e invisibles voluntades, que encuadran o limitan el pensamiento de la gente.