Post cuestión de confianza

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Por Guillermo Yaguno

Tras las aguas movidas en el escenario político, éstas parecen volver a la calma después de la cuestión de confianza otorgada al Ejecutivo por parte del Legislativo.

Este choque de poderes, como es lógico, no solo se definió en el Congreso, sino que permitió conocer quién es quién, en el juego de nuestra clase política.

Tanto de los que están directamente ligados al poder, vía las curules, como los que están a la espera de las próximas elecciones presidenciales.

También aparecieron en escena los que representan los intereses económicos de las fuerzas vivas de nuestro país para pedir consenso, y claro, el papel que le tocó jugar a la ciudadanía.

El momento de ‘crisis’ movilizó e ilusionó también a sectores que buscan un quiebre del orden constitucional, e ir más allá de unas simples reformas que garantizan el statu quo del sistema político.

Vieron en esta crisis que no se desarrolló, la oportunidad para romper con la vieja pero siempre renovada derecha política.

Y para ello, se apostó por negar la cuestión de confianza y así crear las condiciones ‘objetivas y subjetivas’, para que Vizcarra pueda cerrar el Congreso y alentar. Ese es el deseo de las izquierdas, una asamblea constituyente, y atacar a la madre del cordero y de todos los males desde su visión ideológica, es decir, la actual Constitución.

Desde la población en general, esta confrontación, y las posturas de los congresistas, simplemente se reafirmaron en lo que ya se viene escuchando y exigiendo al presidente de la República, el cierre del Congreso, por la poca contribución de este poder del Estado hacia el desarrollo del país.
El pueblo vio en esta coyuntura, un ajuste de cuentas con los ‘otorongos’ de una vez por todas.

Pero hubo caras de decepción en varios sectores de la sociedad, al conocerse la votación luego del debate. “Se aferran a sus privilegios y a sus sueldos”, fueron los comentarios.

Pocos vieron en este desenlace un compromiso real con las reformas.
La crisis permitió también conocer en vivo y en directo, la poca capacidad argumentativa de las ideas y una nula talla de estadistas en los diferentes cuadros políticos que conforman el parlamento ante una reforma política.
Las posturas políticas se enfocaron más en cuestiones subjetivas, extra políticas, distantes de lo que realmente debe ser un debate político y técnico.

Se vociferó, se acusó por acusar, en muchas ocasiones se ninguneó la reforma y a los promotores. Carlos Bruce fue una clara muestra.
La confianza al final del calor del ‘debate’ fue otorgada, pero deja un halo de desconfianza por los antecedentes fujimoristas que anteponen sus intereses de grupo por encima de la nación.

*Periodista

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