Escribe: Héctor Tintaya Feria
A los 89 años de edad “en paz y con la familia” se fue ayer el más grande de todos los arequipeños. Mario Vargas Llosa pasará ahora a la eternidad del descanso pero en nosotros, como sucede con los genios y las estrellas del arte, quedarán las letras, la creación, la literatura que impregnó el debate en el siglo XX y abrió el camino del pensamiento liberal en América en el siglo XXI. Sin duda el más grande de todos los arequipeños y que con su amor aprendido en la familia por la tierra que lo vio nacer, nos elevó a la categoría de ciudad cosmopolita e intelectual para el mundo.
Controversial y pasional desde adolescente, los fuegos artificiales que significó La Ciudad y Los Perros pusieron al Perú en el radar del boom Latinoaméricano y lo encumbró a lo mejor de las letras en esta parte del mundo. Hay que decirlo sin ambajes ni mezquindades, antes de MVLL éramos considerados en el mundo como un lugar bucolico y hasta folclórico a pesar de la aparición de intelectuales de la talla de César Vallejo o José María Arguedas. Con MVLL el Perú entra a la escena mayor de la literatura y cuando se suma a su creación Conversación en La Catedral, La Guerra del Fin del Mundo, La Casa Verde, Pantaleón y Las Visitadoras confirma lo mundial que puede significar la construcción de temas universales desde la realidad del Perú con una prosa renovada, aguda y reflexiva lo que años después le significó el mérito de ganar el premio nobel.
Después llegaron los estruendos mudos de una personalidad única. Su reivindicacion del liberalismo que en el Perú le trajo enconos e incomprensión, pero a los que amamos la alquimia que significan sus pasionales letras, nos pareció simple envidia e incomprensión de un alma superior. Se podía estar en contra o a favor de sus posiciones políticas, pero sin duda significaban el sendero que abrían las compuertas de nuestra propia dialéctica peruana. Una realidad que el conoció profundamente mediante su disciplina en la literatura y una enfermedad voraz por leer todo lo que caía en sus manos.
A los genios se les perdona siempre porque son espíritus que inician la luz de lo que será la humanidad y MVLL en ese Olimpo era una vida autorizada. Cuando escuchaba la crítica infantil y la cucufateria peruana y arequipeña sobre su vida y trascendencia, no me hacia sino quererlo cada vez más, cómo que creo todo arequipeño lo quiso. Con ese amor incondicional de alguien que remueve tus cimientos más profundos, tradicionales y conservadores, pero que en el fondo reconoce que alguien con esa brillantes que emigra de la tribu para conquistar el mundo, merece millones de oportunidades para volver y quedarse en su ciudad, como él siempre lo anheló a pesar que nos seguimos jodiendo mi estimado “varguitas”. Brilla ahora aún más: genio!! [email protected]