Por Sergio E. Mostajo Cuentas*
El vivir en un país expuesto a múltiples fenómenos naturales, ojo, fenómenos, no desastres, nos hace vulnerables y potenciales víctimas de las consecuencias que pudieran traer consigo.
El Sistema Nacional de Defensa Civil, fue la respuesta del Estado al catastrófico terremoto de Yungay, en el año de 1970, causante de miles de muertes y gran destrucción.
Desde entonces, el Sinadeci ha sufrido una serie de cambios, hoy es el Sistema Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (Sinagerd) – y dentro de las funciones que tiene, está crear conciencia a través de innumerables acciones, entre ellas, los simulacros.
El pasado 31 de mayo se realizó el Simulacro Nacional Multipeligro, con un balance, desde mi punto de vista, negativo.
Pareciera ser que este tipo de ejercicio preventivo, se ha ido convirtiendo en un espectáculo circense, la gente irresponsable se dedica a grabar y fotografiar a los policías, bomberos, brigadistas, cruz rojistas y otros efectivos de los llamados organismos de primera respuesta, quienes se descuelgan desde edificios altos, apagan hogueras, rescatan heridos, arman carpas, atienden pacientes, etcétera, etcétera.
En los organismos públicos y privados, así como en los colegios, con honrosas excepciones, ocurre lo mismo; cierto, evacúan los recintos cerrados y se trasladan a escenarios abiertos.
Pero en ese tránsito se desata la chacota general, salen, forman círculos, charlan un rato y vuelven a sus ocupaciones.
Al final, las autoridades y los demás representantes e integrantes del Centro de Operaciones de Emergencia Regional y sus similares en otras entidades, se reúnen para soltar una larga lista de ocurrencias, se consolidan cifras y allí terminó el simulacro, hasta el próximo.
No hay un ejercicio serio, real y responsable.
He asistido a varias reuniones del Coer y los informes, cada vez, suelen ser los mismos, invariables, tantos heridos, tantos muertos, tantas casas y edificaciones colapsadas, carreteras destruidas, interrupción de los servicios básicos y así sucesivamente.
Las preguntas son: ¿Y qué se hizo para gestionar esos riesgos?, ¿Por qué en cada simulacro se les sigue mencionando?
Es que los simulacros deben servir para eso, para aplicar planes e ir corrigiendo, hasta solucionar, minimizar y erradicar esos riesgos.
En todos los ámbitos, públicos y privados.
Si no se hace eso, seguiremos asistiendo a espectáculos circenses.
*Periodista
