Entrevista de: Brigitte Colque Zegarra
Para la coordinadora del Consejo Nacional para la Integración de las Personas con Discapacidad (Conadis) en Arequipa, Silvia Aguilar Villa, la vida de la mujer peruana está llena de peripecias.
¿Qué significa ser mujer en el Perú?
Es una responsabilidad bien grande porque también puede ser madre, y en estos últimos tiempos empezó a asumir algunas responsabilidades en la función pública. Lo malo es que siempre se discrimina cuando queremos incursionar en un trabajo que es propio del varón. Al darse esto, se crean nuevas ideologías, nuevos pensamientos.
¿Por qué se crea esta desigualdad en el Perú?
Todavía hay patrones que arrastran estereotipos. Dicen que la mujer es una persona subyugada que solo fue creada para acompañar al varón, estar detrás de él y no delante o como jefa de familia.
¿Qué experiencias de discriminación ha visto?
Vimos el caso de una señora que vivía encerrada, porque su esposo no permitía que tenga amigas. Él hacía las compras del mercado, no la dejaba salir, y si la veía hablando con alguien, la maltrataba. Al final terminó con una discapacidad y el esposo la abandonó.
¿Qué alternativas de solución debe dar el Estado?
El Estado debe trabajar mucho con la educación desde el colegio, desde la familia. Enseñarles a los niños y jóvenes, el respeto a la mujer, porque una mujer no es menos, ni tampoco más que otras personas. Todos tenemos los mismos derechos. Algunas personas necesitamos más apoyo para alcanzar esos derechos como es el caso de las mujeres con discapacidad. Si son mujeres y viven con una discapacidad, tienen una doble discriminación. Es muy difícil para una mujer con discapacidad poder cumplir con algunas funciones. Por ejemplo, encontrar un letrero que diga “se requiere una secretaria de buena presencia, 90, 60, 90”, entonces una persona en silla de ruedas, o con otra discapacidad, no califica para ese trabajo. Desde ahí hay una discriminación. El hecho de exigir mujeres perfectas, es discriminación.
En su caso, ¿cómo logró acceder a un trabajo?
Cuando terminé la carrera de Trabajo Social en la universidad, hice un año de voluntariado en el municipio de Mariano Melgar y luego estuve en la Municipalidad Provincial donde se apertura la primera Omaped (Oficina Municipal de Atención a la Persona con Discapacidad). Ahí es donde se me presentó la oportunidad de laborar en un colegio porque solicitaban a una trabajadora social. Yo fui, y el director que hacía las entrevistas me miró de pies a cabeza y me dijo que salga porque pensó que era una madre de familia. Le dije que me habían llamado y me respondió si sabía lo que iba a realizar, que no iba a poder, que lo disculpe. Me dijo también que los niños no se me iban a acercar. Si así como ese director es un formador, cómo será con los niños. Esa experiencia me marcó mucho. Me siento muy indignada por personas así. Ocurrió en 1999.
¿No hay igualdad para las mujeres y menos si tienen discapacidad?
Entonces no había apertura, ni condiciones. Pienso en ese trabajo, en silla de ruedas no había podido entrar, tampoco habían gradas, ni barandas. A pesar de todas las dificultades salí adelante, me casé, tuve hijos y ahora nietos. Y ahora, trabajando en este tema de personas con discapacidad, apoyando a las mujeres. No encontramos inclusión, en un hospital, por ejemplo, para una mujer con discapacidad no hay camilla donde pueda dar a luz, su situación es diferente porque puede que no tenga piernas o si tiene una discapacidad audiovisual no podrá comunicarse.
¿A qué se enfrenta una mujer todos los días?
Una mujer puede ser violada o maltratada físicamente. Hay mujeres que no pueden escuchar, ni expresarse. Nadie las puede entender y son humilladas en su condición de mujer. Tuvimos el caso de una joven que trabajaba en una piscina. Me contó que uno de los trabajadores la acosaba, se quejó con el jefe pero la tomaron por loca. Le aconsejamos que denuncie a la policía pero tampoco le hicieron caso. La cambiaron de puesto y todo quedó allí.
¿A qué cree que se deba los maltratos?
Mucho se ha estereotipado este tema. No podemos decir que la mujer es el sexo débil, diría que es vulnerable. Las damas son más sentimentales, pero podemos superar muchas cosas. A la legislación le falta mucho, no permite que una mujer tenga justicia y que esta sea escuchada.