Escribe: Oscar Pareja Castro
El gobernador Rohel Sánchez, durante la semana pasada solo ha criticado por algunos personajes públicos de la región y de la población en general al asegurar que Arequipa es un lugar “seguro”. Es una vergüenza tener una autoridad que haga una lectura miope de la realidad.
Sus declaraciones hechas a nivel nacional no solo caen mal al ciudadano común víctima de la inseguridad, sino que su apreciación parece más una burla a los arequipeños.
¿Cómo explicarle a los familiares de Cindy Choquehuanca, víctima de la inseguridad, las expresiones de Sánchez? Incluso la esposa del gobernador, Luz Marina Zeballos, quien se filtró a la marcha por la seguridad tras la muerte de Cindy en el Cono Norte de la ciudad –y que luego fue expectorada-, dijo que Arequipa no es una región segura, contradiciendo a su pareja.
Sin embargo, Rohel Sánchez, no es el único que forma parte de esa “cúpula” de quienes creen que así como Arequipa, el Perú es una nación segura. La presidenta Dina Boluarte, en enero desde Suiza, aseguró que el Perú “ha recuperado su tranquilidad política, económica y social”.
Las declaraciones alucinantes de la mandataria las hizo en un momento en que la criminalidad seguía y continúa en claro ascenso imparable en su Gobierno. Es indudable que en esta lista está el inefable ministro del Interior, Juan José Santiváñez.
Sobre los más de 2 mil homicidios registrados en el 2024, que representa un incremento del 34 % en relación al 2023, el ministro minimizó la estadística. Señaló que, el Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef) encargado de otorgar esta data, está equivocado.
Sin embargo, no es la primera vez que Santiváñez ha querido justificar su ineficiente trabajo al frente de la seguridad pública.
Este año quiso comparar las estadísticas del Perú con la de otros países en materia delictiva, indicando que: “En el Perú no se ha experimentado la misma magnitud de violencia”, haciendo una cómoda analogía con países como México y Colombia.
Esta absurda como irracional declaración es como tratar de comparar el nivel de delincuencia de Arequipa o Puno, con el de Lima o Trujillo. Tonto.
En este grupo no podía faltar el ministro del Ambiente, Juan Carlos Castro, quien dijo que los residentes de su portentoso condominio salen tranquilos a la calle en Lima, pero, como la mentira tiene pies cortos, sus vecinos lo desmintieron a los pocos días.
Señalaron que, cerca de los edificios residenciales donde vive Castro, en el distrito de Chorrillos, la delincuencia es frecuente con robos de celulares y autopartes, e incluso una balacera.
El gobernador forma parte de este grupo “elite” de “optimistas” en seguridad pública y seguramente quienes los cuestionan son unos exagerados, con fines políticos, que se quieren traer abajo sus “eficientes” labores como funcionarios públicos. ¡Pff!