Por Bladimiro Begazo Begazo
El 6 de julio celebramos el Día del Maestro, y los maestros también festejamos la fundación del Sutep, a 47 años de realizado el histórico Congreso en la ciudad del Cusco, cuando fue elegido como primer secretario general, el legendario Horacio Zeballos Gámez.
Para todos los que ejercimos y ejercen la docencia es un motivo de alegría y de reflexión, porque recibimos el homenaje de todos los sectores de la sociedad, unos por compromiso y otros que de verdad, valoran la educación como un derecho humano fundamental, base del desarrollo de la ciencia, tecnología y de la sociedad, sea cual fuere el sistema económico y político que prevalezca.
Pero en especial, sentimos el cariño de nuestros alumnos con los cuales compartimos tareas durante todos los días de la semana.
También reflexionamos sobre nuestra labor cumplida, en especial, sobre nuestros derechos y reivindicaciones económicas, profesionales y culturales.
Y vemos que en lo inmediato y a futuro, la educación seguirá siendo tratada como un servicio que se oferta y se vende, que la educación pública no podrá ser de calidad por los irrisorios presupuestos que se le asigna, por el maltrato salarial del que somos objeto, por la escasa o nula atención a los educandos en general, por la carencia de una infraestructura adecuada y por los currículos ajenos a la realidad que se nos impone.
Sin embargo, un docente no solo debe ostentar el título de profesor o licenciado, tiene que ser un maestro, un apóstol de la educación y ejemplo para las generaciones que formamos.
No seamos docentes “rutinarios y de mentalidad mediocre”, “seamos maestros intelectuales de la educación”, “seamos maestros mejor preparados, para mejores estudiantes y un Perú mejor”, “seamos maestros de los niños y de la juventud”, “seamos maestros líderes de la educación”, en síntesis, “seamos profesionales audaces, renovados y combativos”, “seamos maestros de los tiempos nuevos y de ideas nuevas”.
Tomo las frases entrecomilladas porque no son mías, las encontré en uno de mis apuntes y por descuido no anoté el nombre del autor, pero creo conveniente publicarlas con las disculpas del caso.
Por último, también tomo prestado el primer párrafo de la poesía escrita por el maestro y poeta piurano Julio Yovera, en homenaje a Horacio que dice:
“Hay hombres que encarnan una época, que personifican una tendencia, que sintetizan las virtudes de un pueblo, que señalan un derrotero. Horacio Zeballos Gámez, maestro primario, encarnó una época”.
Y por supuesto, copio dos líneas de la poesía del maestro ayacuchano, Ricardo Dolorier, autor de Flor de Retama, que dice: “Ser maestro en el Perú, es una forma peligrosa de vivir, y una forma hermosa de morir”.
“Exdiputado por Arequipa