El narrador Fidel Mendoza, coterráneo de Guzmán Emilio Huanca Yanariko, el embajador de los aimaras que pinta: “Desde el corazón de Jakantaya expresa un lenguaje universal al estilo Humareda, que de la pintura hace una pasión”.
Fidel Mendoza Paredes
Guzmán Emilio Huanca Yanarico es heredero de la “progenie más pura” de los achachilas “para que sepa el mundo lo que vale el aimara” que había proyectado Dante Nava en el “Orgullo aymara”. Alimentado desde su niñez con la exquisita experiencia de las vivencias en la comunidad de Jacantaya. Las hierbas, la salvia, la muña, las kantutas [qantutas], los chiwank’us y los ajayus, le han dotado del conocimiento más privilegiado que solo tienen los yatiris. En el mundo aimara todo es todo, y todo tiene un significado, existe un profundo respeto por la naturaleza; el respeto a la vida y también a la muerte, solo que la muerte para el aimara no es un castigo, sino una forma de retornar a la tibia vientre de la naturaleza.
Su acuarela se inscribe en el realismo, pincelando la naturaleza, la belleza de la mujer, las costumbres y vivencias, expresando una verdad material a través de la acuarela. Guzmán Emilio Huanca Yanarico, sintetiza sus experiencias a través del arte, y es uno de los aimaras más universales.
La zona aimara desde las pampas de Huancané y Moho, fueron los mayores escenarios de los conflictos sociales con el Perú oficial, al extremo de fundarse la ciudad de las Nieves de Huancho-Lima, la nueva Capital de la República del Perú no oficial, caso sui generis ocurrido en la revolución de 1923, una especie de retorno de Tunupa, para reordenar los días, y la organización social. A partir de estos aprendizajes en la obra de Guzmán Emilio Huanca Yanarico, están presente íconos del pensamiento aymara en el desarrollo temático de su trabajo, es así, por ejemplo en la acuarela “Nanaka Jumanaka” (nosotros ustedes) un lema público escrito sobre una pared de adobe techada con tejas, con dos ventanas de madera, en la pared y en las ventanas se aprecia el transcurso del tiempo, allí se leen otros lemas entre las ventanas “Jupanaka Jiwasanaka” (ellos nosotros) y a un costado de la ventana se lee un tercer lema “Takenaka [taqimnaka] Perú Markasa” la acuarela es una fotografía en las manos de Guzmán Emilio Huanca Yanarico, no falta ningún elemento con colores adecuadamente distribuidos, se aprecia el cuidado en los mínimos detalles como la caída de las sombras, el fondo, cielo y su nubosidad mezclado con un cielo azulino, todo está perfectamente elaborado como mucha maestría. Pero, también en la acuarela están los mensajes impartidos que se tornan en inclusivos y aglutinantes, en unificador y comprometedor, el sueño del Perú como una sola nación, José Carlos Mariátegui había afirmado “… desde hace tiempo, que somos una nacionalidad en formación” es cierto, no somos una nación, sino una nación en formación. La nación aimara tiene sus propias perspectivas y estas perspectivas se aprecian en la acuarela, que ha llevado sus propuestas y representaciones más allá de las fronteras haciendo que la cultura aimara sea expuesto en otros continentes, siguiendo la línea de León Tolstoi «Pinta tu aldea y pintarás el mundo».
“Músicos del Altiplano” es otra de las acuarelas donde se aprecia a un grupo de músicos ejecutando el pinquillo [pinkillu], la melodiosa flauta para celebrar y bailar en los carnavales en torno a los sembríos de papa, oca, e isaño [isañu], para agradecer a la Pachamama por los alimentos que nos brinda. La pinquillada también en el ideario aimara es la música celestial para recibir a los hombres y mujeres que se fueron a morar a algún lugar del alaj pacha (mundo de arriba/ [alax pacha]) y volverán sus almas entre nosotros al medio día del 1 de noviembre de todos los años, se los deben recibir con la pinquillada y sea de su agrado su estancia entre los vivos, y también se despide a las almitas al compás de su melodioso ritmo al medio del 2 de noviembre, se irán de retorno al alaj pacha llevándose las ofrendas en el lomo de las llamas de pan que cobrarán vida para acompañar a las almas. Esta acuarela de Guzmán Emilio Huanca Yanarico, resume la cosmogonía del mundo aimara y su vigencia como una de las mayores herencias culturales del continente, quien con autoridad testimonia sus vivencias y simbologías, la acuarela es una forma de darle al legado cultural una presencia viva representado en colores.
Los instrumentos musicales la zampoña, la tarka [tarqa], el pinquillo son parte de las vivencias del hombre aimara, su musicalización es el inicio y la culminación de sus sueños, el sagrado pacto para garantizar y conservar su presencia a través de la promesa de amor en los carnavales, el pasaporte al inframundo. El tema “Camachito”/ [kamachitu] interpretado por Qhantati Ururi de Conima, es un himno, es más que un himno una sagrada letanía, interpretado en ocasiones especiales, seguramente estos ritmos desde su niñez forjaron en el celebrado Guzmán Emilio Huanca Yanarico, una visión diferente sobre el mundo aymara, así que estos sentimientos están representados en la acuarela “Don Jorge” ejecutando una zampoña de siete cañas, se denota una nostalgia en las arrugas del rostro de “Don Jorge”, cuando se ejecuta la zampoña se hace con la misma vida, con el alma como si fuera la última vez besando y soplando las cañas, la zampoña es una eterna compañera del hombre, la zampoña es el instrumento más engreído entre los instrumentos musicales andinos, sin embargo, todos los instrumentos tienen una valía ancestral que son parte de un legado histórico.
Al respecto Raúl Prada Alcoreza, afirma: “Los instrumentos musicales andinos de percusión y de viento combinan el latido y la fuerza eólica, la palpitación de la vida y el soplo vital, la pasión y el aliento o la respiración, como expresiones del secreto del mundo y la afirmación de la vida” (“Subversiones indígenas”).
La obra pictórica de Guzmán Emilio Huanca Yanarico, ha sido expuesto en las mejores galerías de arte de Estados Unidos, Europa, África, Asia y América Latina, mereciendo el reconocimiento y Premios su genio creador. Para los aimaras su destacada presencia en todos los continentes resulta de vital importancia, porque representa al aimara universal, lo que occidente ha bautizado como “ciudadano del mundo”; en otras palabras es el mensajero contemporáneo de la nación aimara enviado a otros continentes para hacer universal la cultura aimara, encarnando el rol que dejó como tarea Carlos Condorena, el Primer Presidente indígena del Perú no oficial, Guzman Emilio Huanca Yanarico, es el embajador de los aimaras de la pintura que hace una qantuta desde el corazón de Jakantaya, con un lenguaje universal.