Escribe: Carlos Peña Julca
Mientras camino por las calles, escucho en las radios los “consejos de Navidad para épocas de crisis”. Es el cuento de todos los años. Es el ritual de nuestra sociedad, un tanto despistada y otro tanto hipócrita, que nos dice que ya es época de festejos. Saboreando una cremolada, hago un balance y pienso que el 2024 empezó con esperanza; con ese deseo que siempre produce la llegada del 1 de enero. Ese día, todos pensamos: “este va a ser mi año”. Luego, conforme avanzan los días, las semanas, los meses,… nos vamos dando cuenta de que, una vez más, el año ha estado repleto de momentos únicos, momentos detestables, momentos olvidables e inolvidables; momentos de amor, de odio, de cariño, de duelo, de deseo.
Me siento y pienso que también lo malo de este 2024 ha tenido su parte buena, aunque nos cueste mucho limpiar las lágrimas para verlo con claridad. Me siento y pienso en lo afortunado que he sido al poder disfrutar de tantas cosas buenas rodeado de mi familia y amigos.
Luego recuerdo la canción de Navidad de Silvio Rodríguez, cuando dice “… la gente luce estar de acuerdo, maravillosamente todo parece afín al celebrar. Unos festejan sus millones, otros la camisita limpia y hay quien no sabe qué es brindar “, como emociona.
Y emociona aún más cuando veo a mi alrededor niños deambulando, buscando, quizás, algo que les haga sentir bien en el nacimiento de Jesús, el redentor. Con sus vestimentas raídas, y mugre entre sus dedos, producto de ayudar a sus padres a obtener algo de alimento. Pero, también dibujan angelicales sonrisas cuando al caminar encuentran juguetes desechados por familias con hijos exigentes, que ya no quieren los del año pasado.
Los pobres han aprendido que la Navidad es un día más en el calendario y que han de sobrevivir por sus propias fuerzas. La realidad de los seres humanos es que en esta fecha damos lo que nos sobra, compartimos por compromiso y no por un amor profundo.
Es que esta fecha de amor y reconciliación, ese mensaje que dan todos, nos marca más bien las injusticias entre unos y otros, la diferencia entre los que tienen en abundancia y aquellos que no tuvieron la suerte de tener nada, entre aquellos que celebran la Navidad con pavo, cantidades de ensaladas y champaña y entre aquellos que no tienen nada y sólo han esperado la caridad de unas cuantas personas de buena voluntad.
“Por eso y muchas cosas más, ven a mi casa esta Navidad…”, dice la letra de una sonada canción, pero solo es letra muerta. De todas maneras espero que dentro de la abundancia y la pobreza, hay en mi corazón el sentimiento de desearles una Feliz Navidad y que este nuevo año, realmente se logre la unión, la justicia y que nuestras autoridades vuelvan sus ojos a los más necesitados y a los pobres y les den la oportunidad de una vida con calidad.