Por: los Andes
Crack peruano se fue dejando el emocionante recuerdo de sus jugadas, en Ica y en Barcelona, así como una lección sobre la disciplina deportiva que arrastra el futbolista peruano.
Hugo Sotil Yerén, conocido como ‘El Cholo’ o ‘Roncherita’ en sus años de infancia, nació el 2 de diciembre de 1949 en el Hospital Dos de Mayo de Lima, pero sus primeros pasos los dio en la calurosa ciudad de Ica.
Desde niño, Sotil mostró una habilidad innata para el juego.Su apodo ‘Roncherita’ surgió en esos días de infancia, cuando recorría los campos del barrio, dejando rivales atrás con su destreza y velocidad.
Fue en esas mismas calles donde se unió a un grupo de amigos que marcarían su vida, entre ellos ‘Pata Larga’ Benavides y Pepito ‘Chiruca’ Lengua. Ellos fueron testigos del surgimiento de un talento que pronto trascendería fronteras.
La familia de Sotil se trasladó a Lima cuando él era aún joven, estableciéndose en el barrio de El Porvenir, donde el Mundialito era la fiesta futbolera del vecindario.
Fue en esos callejones donde el pequeño Hugo comenzó a hacerse un nombre, jugando en equipos de ligas menores y destacando rápidamente por su estilo audaz y su picardía en el campo
Su primera oportunidad seria llegó con el “Eleven Boys” de Chincha, donde un transportista chinchano lo reclutó tras verlo jugar. Con ese equipo, Sotil dejó su huella en la liga local, logrando el campeonato y consolidándose como una de las promesas más brillantes del fútbol peruano.
La gran oportunidad llegó en Lima cuando se incorporó al Club Deportivo Municipal. Allí, su nombre comenzó a resonar en todo el país.
Con apenas 20 años, su juego electrizante cautivó al público y atrajo la atención de los grandes clubes. Fue en un partido contra Alianza Lima, liderado por Teófilo Cubillas, que el joven Hugo impresionó a cazatalentos euro peos que no dudaron en llevárselo en lugar de Cubillas a quien habían ido a buscar.
En 1973, con apenas 24 años, aterrizó en España para unirse al club azulgrana, convirtiéndose en el primer peruano en vestir la mítica camiseta culé.
Allí, formó una dupla inolvidable con Johan Cruyff, y juntos condujeron al equipo a conquistar la Liga 1973- 1974, coronada con el histórico 0-5 ante el Real Madrid.
El gol de Sotil en ese partido quedó grabado en la memoria colectiva del barcelonismo, así como su célebre llamada a su madre: “¡Mamita, campeonamos!”. Esa frase no solo se convirtió en un símbolo de su amor por el juego, sino en un emblema de su conexión con su tierra y su familia.
Sin embargo, la gloria tuvo un costo.La política de nacionalizaciones en España le impidió jugar junto a Cruyff y Neeskens en temporadas posteriores. Sotil quedó relegado, víctima de decisiones externas.
En 1975, volvió a brillar con la selección peruana, liderándola a ganar la Copa América con un gol suyo en la final contra Colombia. Su regreso al Municipal y luego al Alianza Lima marcó el ocaso de su carrera, pero nunca su legado.
La vida de Sotil no estuvo exenta de dificultades fuera del campo. Sus días en Barcelona estuvieron marcados por la bohemia.
Regresó a Perú como una leyenda viviente, jugando partidos amistosos y compartiendo su amor por el fútbol con las nuevas generaciones. Su historia es un testimonio de superación, pasión y talento, un legado que sigue vivo en cada rincón de Ica y en cada aficionado culé.
El 30 de diciembre de 2024, a los 75 años, Hugo Sotil partió de este mundo, dejando una huella imborrable en la historia del fútbol.
Su deseo de ser enterrado con la camiseta del Barcelona es un reflejo de su amor eterno por el club que lo acogió y lo convirtió en una leyenda global.
