En medio del dolor y el horror por la muerte de Lisbeth Érica Chañi Marca, surgió nuevamente la pregunta: ¿Por qué? ¿Cómo puede un ser humano seccionar el cuerpo de otro ser humano tras quitarle la vida? Por supuesto, cada caso es distinto pero, hurgando en la información disponible, se pueden encontrar pistas, elementos en común y posibles señales de cuidado para estar alerta en el futuro.
ABUSADOR PROFESIONAL
El día 30 de marzo del año 2010 una adolescente de 16 años, llamada Sonia L. V. se embarcó en un viaje sin retorno a la ciudad de Puno partiendo de Juliaca. Le habían prometido un sueldo de S/ 350 al mes (para entonces no era un monto despreciable)a cambio de trabajar en un restaurante turístico. Sonia era proveniente de Azángaro, humilde, de complexión robusta y con ánimos de salir adelante y fue al encuentro de Pedro Supo Condori.
Ella no sabía que se trataba de un sujeto dedicado a regentar un local nocturno en la avenida El Ejército, la antigua zona roja de Puno. Las pesquisas fiscales arrojaron que la intención del inescrupuloso era emborrachar a la joven, violarla y prostituirla.
Tenía un modo de operar definido que había funcionado en ocasiones anteriores. Por eso, ese 30 de marzo del 2010 recibió a Sonia con el ofrecimiento de beber un poco de licor ante de empezar el trabajo.
Tras esto, quizo forzarla, pero ante su férrea resistencia, la golpeó brutalmente. Se trataba de alguien que vivía de las mujeres y con más razón si tenían un origen humilde. Sonia no vivía con sus padres y fue la hermana quien le dio la autorización para trabajar a pedido del victimario.
SALIR IMPUNE
Lo que vino después de la golpiza apunta al ánimo de librarse de cualquier sanción ante su crimen. Pedro Supo no tuvo reparos en usar una sierra eléctrica para seccionar el cuerpo inerte de la muchacha. Las pericias determinaron que el asesino no lo pensó mucho, pues seccionó el cuerpo de la joven cuando aún estaba con vida.
En los días siguientes, estuvo lanzando las partes del cuerpo en calles cercanas a su casa. Prefería lanzar el cuerpo a las torrenteras con la esperanza de que el agua arrastre toda evidencia. Cada año hay decenas de mujeres desaparecidas sin rastro algunos.
Ese pudo ser el caso de Sonia pero, el hallazgo de sus manos, el reconocimiento de sus huellas digitales, el testimonio de su hermana y los registros telefónicos del varón, fueron suficientes para sentenciarlo.
PERTURBADO
El 15 de marzo del 2019 Wilfredo Rodriguez Quispe de 24 años, tendió una emboscada a la joven Dina Quispe Choquemamani en el centro poblado de Kunurana Alto del distrito de Santa Rosa (Melgar).
Acabó con su vida, la desmembró y lanzó los restos al cerro Cóndor Sayana. Durante el levantamiento del cuerpo, los policías notaron una conductoa muy sospechosa en un joven del lugar, motivo por el cual lo abordaron y, posteriormente, le aplicaron la prueba del luminol, una sustancia que revela rastros de sangre en cualquier superficie.
Este fue el punto de partida pues, posteriormente encontraron el celular de la fallecida en su poder y, buscando más, encontraron las vísceras. Entre sus pertenencias, encontraron películas sangrientas y escritos que denotaban una obsesión por lo sangriento.
Exámenes posteriores notaron algunas alteraciones mentales. Wilfredo también confesó ser el autor de un asesinato ocurrido años atrás con lo cual se pudo aclarar ese crimen, hasta entonces, irresuelto.
BAJAS PASIONES
La mañana del 20 de julio del año 2019 Eloy Mendo Cutimbo detenido en el marco de la investigación sobre el paradero de la adolescente Angye Quispe, se lanzó de un quinto piso de un hotel donde estaba detenido y resguardado por la policía. Días antes confesó cómo captó a la adolescente, la llevó con engaños a las instalaciones de una emisora radial que no funcionaba y, una vez adentro y solos, intentó abusar de ella.
En el intento, golpeó a la adolescente y ocasionó su fallecimiento por un golpe en la cabeza. Lo siguiente fue seccionar el cuerpo y lanzar parte de él a un contenedor de basura. Al menos, esa fue su confesión pero nada está claro pues los restos de la adolescente jamás fueron encontrados. Cabe recordar que se dio con el asesino gracias a una identificación para periodistas otorgada por la Federación Regional de Folklore y Cultura de Puno.
Resulta que uno video de seguridad captó el momento exacto cuando Anghy fue abordada por Eloy Mendo frente a un establecimiento de avisos de trabajo. La víctima buscaba trabajo y el inescrupuloso vio en esto una ventaja.
Le ofreció trabajo en la emisora y la convenció de ir a las instalaciones con la excusa de probar su voz. Regresando a la investigación, el video de seguridad permitió dar con las señas del sujeto: su complexión, su forma de caminar y, sobre todo, la identificación que colgaba de su cuello.
Los efectivos policiales citaron a varios periodistas para dar con la identidad del victimario. Una vez conseguida la identidad, lo siguiente fue vigilar su actividad en las fechas probables del secuestro hasta que pudieron detenerlo y forzarlo a confesar. Lo último fue visitar las instalaciones de la emisora donde se pudo encontrar restos de sangre. Frente a toda esta evidencia, Eloy tomó el camino fácil: tirarse del quinto piso para evitar todo el repudio y las penas carcelarias por su acto.