Por César Millán, el “encantador de perros”
Los perros no utilizan nombres para comprender e identificarse entre ellos, sino que solo se detienen a examinar la fotografía completa: la de su propia supervivencia y la del grupo. Tu personalidad, el «nombre» que le das a tu perro es cómo encajas en su vida. Tu nivel de energía, tu olor y tu papel en la manada es lo que de verdad importa para él.
Los perros no tienen nombre en la manada, sino una posición. Algunos estudiosos de los perros nombran los distintos rangos como alfa, beta, omega y demás. Otras etiquetas que hemos creado los definirían como número uno, número dos, número tres y número cuatro.
Mucha gente me ha malinterpretado y me acusa de analizar a los perros de un modo simplista, como si todo girara en torno a la dominación. En realidad no se dan cuenta de que lo que yo creo es que todos los perros son importantes dentro de la manada. La dominación no significa que el perro alfa sea «mejor» que los demás. Posee capacidad de decisión, pero no es mejor.
Cada perro desempeña una función en la manada: el que se queda el último suele ser el más sensible de todos y, a menudo, es el que mantiene a los demás alerta sobre posibles intrusos. El perro que va a la cabeza —el líder de la manada— se asegura de que todo el mundo coma, busca la comida y el agua, y los seguidores lo defienden de rivales u otros depredadores. No es una democracia, pero desde luego se pretende que el grupo sea siempre mejor que la suma de todas sus partes. Lo principal es el «nosotros».